Comprometidos con hacer lo bueno: Hablar bien (2ª parte)
Escrito por Sully de Barra el 2 de febrero de 2023
Hay varias escrituras en la palabra de Dios que habla que debemos “aborrecer el mal” Amós 5:15 dice “Aborreced el mal, y amad el bien”, es muy importante que amemos el bien y aborrezcamos las cosas malas, las cosas que a Dios no le agradan y que hagamos un compromiso en áreas tan básica de nuestra vida como es pensar bien, hablar bien y a hacer el bien, ya hemos hablado acerca de pensar lo bueno y controlar nuestros pensamientos, pensar bien de nosotros mismos, pensar bien de los demás y sobre todo, pensar bien de Dios.
Hoy vamos a reflexionar acerca proseguir a la meta, comprometidos con hacer lo bueno, hablando bien, en 2 Corintios 4:13 de “Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos”, lo que quiere decir que muchas cosas de las cuales hablamos, es porque así las creemos, por eso al hablar bien, creeremos aquello que hablamos, así nuestras palabras van a hablar lo bueno y las verdades que están en la palabra de Dios.
Generalmente hablamos mucho, dicen estudios que las mujeres hablamos un promedio de 20 mil palabras al día y los hombres aproximadamente 7 mil palabras, si eso fuera real, ¿cuántas de nuestras palabras diarias son buenas? ¿hablamos lo bueno? ¿hablamos bien de otros y hablamos de lo que Dios ha hecho en nuestras vidas?
1 Corintios 2:13-14 dice “Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual.” A veces hay mucho mundo en nosotros, vivimos como cristianos, pero somos muy influenciados por el espíritu del mundo y por lo tanto nuestras palabras expresan lo que hay en nuestros corazones, pero la escritura dice que nosotros hemos recibido El Espíritu Santo y esas son las palabras que debemos hablar.
¿De qué hablamos? ¿Qué decimos de otros y qué compartimos de Dios? Vamos a reflexionar de nuevo en estás tres áreas: Hablar bien de nosotros mismos, hablar bien de otros y hablar bien de Dios.
PRIMERO: HABLAR DE BIEN DE MI MISMO
Pensemos ¿Qué hablo de mi mismo? Hablamos palabras de bien o palabras malas, nos condenamos con nuestras propias palabras, usamos frases como “soy tonto, no soy capaz, siempre tengo mala suerte, no puedo, estoy solo, no tengo buenas oportunidades, a todos les va bien, menos a mi» y muchas más palabras, frases, cosas negativas que hablamos de nosotros. Pero Señor quiere que hablemos lo que es bueno, por ejemplo hablemos para nosotros versículos bíblicos y confesemos esas palabras sobre nuestras vidas, por ejemplo 1 Corintios 13 cambiando la palabra amor por mi propio nombre, recitar versículos como “TODO LO PUEDO EN CRISTO QUE ME FORTALECE”, “DIOS PROVEERÁ TODO LO QUE NECESITO CONFORME A SUS RIQUEZAS EN GLORIA”, “EL SEÑOR ES MI PASTOR NADA ME FALTA”, la clave para hablar bien de nosotros, es conocer lo que la palabra dice que somos, lo que dice que tenemos, lo que dice que podemos hacer, leamos la palabra y busquemos versículos que hablen lo bueno y hablemos a nosotras mismos.
SEGUNDO: HABLEMOS BIEN DE LOS DEMÁS
¿Qué hablamos de los demás? ¿Cómo hablamos de otros? ¿Qué hablamos entre nosotros?
Efesios 5:19 dice “hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones”. La palabra dice que hablemos entre nosotros con salmos, que hablemos la palabra de Dios entre nosotros, seamos luz y sal para otros. Hay personas con las que hablamos y luego nos dejan con angustia en el corazón, con tristeza, con malestar, no seamos de esas personas que hablan siempre lo malo. Muchas veces nos sentimos con el espíritu contristado y es porque quizás hemos estado hablando de otras personas, hemos entrado en crítica, en queja, hablando defectos, como si nosotros no los tuviéramos y al final pecamos y eso entristece al Espíritu Santo que mora en nosotros, otras veces también sentimos nuestro espíritu angustiado porque estamos escuchando personas que hablan cosas negativas, para los que nada está bien, eso también contrista nuestro corazón y nos sentimos mal.
Bendigamos en vez de maldecir, animemos en vez de opacar, demos esperanza en vez de dar afanes y ansiedades, hablemos buenas noticias, no siempre hablemos las cosas feas y malas. Reconozcamos el valor de otros, parte de la educación que nos han enseñado es no hacer sentir mal a las personas, diciéndoles cosas que sabemos que quizás les puedan molestar o hacer daño.
Pensemos antes de hablar, no hablemos ligeramente sino sabiamente, que con nuestras palabras podamos bendecir, bien decir de los dones y talentos, hay madurez en nuestras palabras cuando consideramos a los demás como superiores a nosotros mismos. No nos sentimos en silla de escarnecedores, hablando mal de otros, porque cuando nos levantemos de esa silla, también hablarán mal de nosotros.
TERCERO: HABLEMOS BIEN DE DIOS
La palabra dice en el Salmo 145:2 “Cada día te bendeciré, Y alabaré tu nombre eternamente y para siempre. ¿Cómo podemos bendecir nosotros al Señor? Hablando bien de Él y sus maravillas.
Porque podemos hablar mal de Dios cuando decimos cosas que NO están en su palabra, como por ejemplo “Me siento solo” cuando El Señor ha dicho que estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Cuando hablamos palabras de incredulidad y de falta de fe, estamos hablando mal del Señor, negamos con nuestras propias palabras Su fidelidad y Su amor eterno. Hablemos de sus maravillas y sobre todo demos testimonio de lo que Él ha hecho en nuestras vidas. Hablemos en voz alta lo que Dios es para nosotros, que lo escuchen nuestros oídos y llegue al fondo de nuestro corazón. En la iglesia, cantando, alabando al Señor, cuando estamos solos, proclamemos Su amor, Su grandeza, nos vamos a dar cuenta, cuán bueno es hablar en alto lo que Dios es para nosotros, se llena el corazón de fe y la incredulidad desaparece.
Así que hablemos lo bueno, hablemos bendición y si no tenemos nada bueno que decir mejor callemos… Proverbios 10:19 dice “ En las muchas palabras no falta pecado; Mas el que refrena sus labios es prudente.” Proverbios 17:28 dice “Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio; El que cierra sus labios es entendido.” y Proverbios 21:23 dice “El que guarda su boca y su lengua, guarda su alma de angustias.”
Hagamos un compromiso con El Señor para amar el bien y aborrecer el mal, sigamos haciéndolo, hablando bien de nosotros, de otros y sobre todo del Señor y sigamos hacia la meta.