Ante el gigante de las idolatría prosigo a la meta (1ª parte)
Escrito por Sully de Barra el 20 de junio de 2024
Durante varias semanas hemos compartido acerca de tantos gigantes que se pueden levantar en este camino hacia la meta, nuestra meta, llegar con Cristo Jesús, pelear la buena batalla de la fe y no apartarnos de Su voluntad y de su camino.
Hoy comenzamos a hablar de un gigante bastante grande, sin embargo a veces poco visible o reconocible, porque muchas veces nos puede acompañar, pero no nos damos cuenta, hasta que reconocemos que Dios no ocupa el lugar primordial en nuestro corazón, en nuestra vida, en nuestra mente, en todo, sino que hay algo o alguien o varias cosas que se encuentran entre Dios y nosotros.
Comencemos definiendo qué es idolatría? Suena como una palabra muy fuerte, quizás en relación a idolos, imagenes, cosas como de otro tiempo, pero la idolatría es sencillamente cualquier cosa que se pone por encima de Dios en nuestro corazón, puede ser una cosa, una persona, una actividad, una situación o nosotros mismos. La idolatría es cualquier cosa que nosotros amamos, veneramos o adoramos que no es el único Dios verdadero.
Quizás podemos pensar que la idolatría es solo parte de una religión que venera una imagen hecha por manos de hombre, pero tenemos que hacer un viaje a lo profundo de nuestro corazón, para llegar a encontrar a este gigante, que aunque casi imposible de ver, puede hacer mucho daño a nuestro corazón y llenarnos de infelicidad, insatisfacción, tristeza y dolor.
¿Por qué puede ser tan destructivo el gigante de la idolatría? Porque es uno de los gigantes que más quieren ocupar el trono de nuestro corazón y partiendo de ahí vamos a incumplir el primer y principal mandamiento que el Señor nos ha dejado como dice Mateo 10:37 “Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.”
Cómo puede manifestarse este gigante
Obviamente adorando a ídolos hechos por mano de hombre, como imágenes, estatuas, objetos físicos que consideremos sagrados o divinos. La palabra de Dios dice en Miqueas 5:13
“Y haré destruir tus esculturas y tus imágenes de en medio de ti, y nunca más te inclinarás a la obra de tus manos.” La escritura es clara, nada físico o terrenal tiene atributos divinos ni sagrados.
Adoración a personas: Aquí comienza ocultarse el gigante de la idolatría porque nos va a costar aceptar que alguien que nosotros amamos, puede estar ocupando un lugar entre Dios y nosotros, pero es real. Cuando una persona puede influir tanto en nosotros al punto de apartarnos de la voluntad de Dios, hacemos cosas que no agradan al Señor por agradar a alguien, dedicamos tiempo, esfuerzo, pasión, voluntad, mil cosas para alguien en especial y dejamos de lado la oración, la comunión, la relación con el Señor, eso es idolatría.
Adoración a las cosas: Otro punto importante que nos costará reconocer, cuando las cosas ocupan un lugar más importante que Dios en nuestro corazón, cuando le damos más importancia al dinero, al poder, a los bienes materiales, nos enfadamos porque hemos perdido algo material o nos sentimos tristes porque no tenemos eso que tanto deseamos y nada nos alegra el corazón, estamos poniendo esas cosas en el lugar que solo Dios debe ocupar.
Adoración a nosotros mismos: En esta área el gigante de la idolatría se esconderá detrás de muchas justificaciones, pero cuando somos autosuficientes, cuando queremos que todo gire en torno a nosotros, cuando no dependemos cien por ciento de Dios, cuando nos apoyamos en nuestras cualidades, talentos, capacidades, belleza física, en los bueno que somos, en nuestras destrezas, caemos en ponernos a nosotros mismos antes que el Señor, sin reconocer que todo es por Su gracia, todo es un regalo de Dios, nada es por nosotros mismos.
¿Cómo podemos darnos cuenta que este gigante está acechando en nuestra vida y quiere ocupar el trono de nuestro corazón? El gigante de la idolatría como dije antes es muy engañoso, sutilmente se hace presente y no nos damos cuenta que estamos dando adoración a algo hasta que ese algo nos aleja de Dios.
Algunas señales pueden ser las que nos indiquen, como un termómetro cómo está nuestro nivel de entrega y compromiso al Señor o si el gigante de la idolatría está queriendo ocupar ese lugar que solo le pertenece a Dios.
EL TIEMPO: Tenemos 24 horas al día, 168 horas a la semana, aproximadamente 672 horas al mes, ¿cuánto tiempo dedicamos a Dios? No hace falta que oremos largas horas, pero nuestro tiempo a qué lo dedicamos? Estamos dedicando más tiempo, energía y trabajo a otras cosas, como un empleo, series de televisión, amigos, comodidad personal, alguien que amamos, etc. Podemos invertir tiempo en la obra del Señor, trabajando para él, compartiendo su palabra con una amigo que lo necesita, invirtiendo nuestro tiempo en cosas que van a llevar el mensaje de Dios a más personas, nuestro tiempo es una señal alta para saber si el gigante de la idolatría está presente en nosotros y nos está robando el tiempo que debemos dedicar al Señor.
LA ECONOMÍA: Quizás no trabajamos ganando un salario, pero queremos más y más, hay personas que el dinero se convierte en un ídolo y no hace falta tener millones para idolatrar el dinero, podemos tener muy poco en el bolsillo, pero depender de ese poco enteramente y luchar con todas nuestras fuerzas para obtener más, el corazón que idolatra el dinero se vuelve egoísta y avaricioso. El dinero es un buen medidor para saber dónde está nuestro corazón.
LAS COSAS: Cuando sentimos miedo, ansiedad, depresión o tristeza por perder algo material, nos sentimos insatisfechos, frustrados, hundidos porque no tenemos aquello que queremos, cuando dejamos de ver todo lo que tenemos y solo vemos eso que nos falta, estamos dejando que el gigante de la idolatría tome el trono de nuestro corazón y se pongan las cosas materiales por encima de Dios.
EL TEMOR: Cuando tenemos temor o miedo a que algo nos falte, cuando pensamos día y noche qué haremos si esa persona, si ese lugar, si esas cosas, las perdemos o nos faltan, cuando el corazón se llena de temor por no tener o perder algo o alguien, también mide nuestro nivel de dependencia de Dios o dependencia de algo que se ha convertido en nuestro idolo porque ocupa ese primer lugar.
La palabra de Dios dice en Lucas 4:8 “Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.”
Pidamos al Señor que en este camino hacia la meta nada ni nadie se interponga entre Dios y nosotros, que podamos en este tiempo identificar el gigante de la idolatría, reconocerlo y quitarle cualquier espacio que tenga en nuestro corazón, porque ese trono solo le pertenece a Dios, luchemos contra el gigante de la idolatría y prosigamos hacia la meta.
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