Ante el gigante de las idolatría prosigo a la meta (2ª parte)

Escrito por el 18 de julio de 2024

En nuestro camino hacia la meta vamos a encontrar obstáculos y muros que se convierten en gigantes que vienen a nuestro acecho para apartarnos de la voluntad de Dios y que tratarán que no lleguemos a esa meta a la que todos los cristianos vamos y uno de los gigantes es el gigante de la idolatría.

Como hablamos hace algunos días la idolatría es algo en relación a ídolos, pero no necesariamente pueden ser imágenes, porque la idolatría es cualquier cosa que se pone por encima de Dios y que ocupa el lugar que Él debe tener en nuestro corazón. Puede ser una persona una actividad o nosotros mismos quienes ocupemos o pongamos a ocupar el lugar que solamente a Dios le corresponde.

El gigante de la idolatría es muy peligroso y es destructivo porque viene a atacar directamente a lo que es el primer mandamiento de la ley de Dios, que debe estar escrito en nuestro corazón “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”, cuando este TODO se convierte en PARTE porque está dedicado a otra cosa, persona o situación que no es Dios, estamos dando honra y adorando algo diferente a lo que ha dicho el Señor, Él dice con TODO, NO con una parte o en algunos casos en los que la idolatría ocupa el primer lugar y Dios pasa a ser una mínima parte de nuestro corazón.

Convivir con el gigante de la idolatría en este camino hacia la meta puede traer consecuencias muy graves a nuestra vida cristiana, porque nos alejará del Señor y esto tendrá varias causas:

Como primera cosa comenzaremos a alejarnos de Dios, porque cuando ponemos nuestra atención y nuestras fuerzas en otro lugar que no sea el Señor, comenzaremos poco a poco a alejarnos de Él y nuestra relación comenzará a debilitarse, no tendremos las mismas fuerzas, el mismo ánimo, el mismo gozo, porque estamos centrando nuestra atención en algo o alguien que no puede darnos ni gozo ni paz, ni es suficiente.

Lo que trae la segunda consecuencia: nuestro corazón comenzará a endurecerse, porque nos hacemos resistentes a la voz de Dios, ya no escuchamos solo la voz del Señor, escucharemos la voz de aquello que está ocupando el primer lugar de nuestro corazón. Quizás somos nosotros mismos, entonces valoramos más nuestros sentimientos, razonamientos y emociones por encima de lo que lo que Dios dice en su Palabra o si el primer lugar de nuestro corazón lo ocupa una persona, vamos a dedicarle tiempo y vamos a escuchar sus palabras, las vamos a creer como única verdad entonces será más difícil de escuchar la voz del Señor y reconocer su dirección y su voluntad en medio de nuestro diario vivir

La tercera consecuencia: la idolatría puede llevarnos finalmente por un camino de pecado y destrucción porque cuando ponemos nuestra fe, nuestra confianza y nuestra esperanza en algo o alguien que no es Dios, estaremos en debilidad frente a la tentación y al pecado.

Pondremos nuestra confianza en alguna persona que ocupa el lugar que Dios, confiaremos en nuestras propias fuerzas y andaremos en nuestra propia prudencia, lo que nos llevará lentamente, pero seguro a enfrentarnos a la tentación y finalmente al pecado

Pero tenemos que recordar que todo lo podemos en Cristo que nos fortalece y también podremos vencer al gigante de la idolatría como hemos vencido otros gigantes. La batalla contra este gigante requiere de nuestra determinación, podemos lograrlo dando pasos de fe y tomando acción para que no siga corriendo el tiempo y alguien más ocupe el lugar de Dios en nuestra vida.

Reconocer nuestro pecado: El primer paso para derribar el gigante de la idolatría es que reconozcamos que estamos poniendo a alguien o algo en el lugar de Dios, quizás este sea el paso más difícil, porque nos cuesta reconocer que quizás hace tiempo Dios no ocupa ese primer lugar en nuestro corazón, pero Él es fiel y justo para perdonarnos si nos arrepentimos de todo corazón.

Renunciar a nuestros ídolos: El siguiente paso es tomar la decisión de renunciar a esos ídolos, personas o cosas que están ocupando el lugar que solo a Dios le corresponde. Es un acto consciente de la voluntad, porque con plena voluntad les hemos colocado nosotros en ese lugar y somos nosotros los que debemos quitarlos y renunciar a ellos.

Poner a Dios en el primer lugar: El tercer paso cuando nuestro corazón ha reconocido y ha renunciado es que vayamos al Señor en oración y le pidamos que tome Él su lugar en el trono de nuestro corazón, entregándole todas las áreas de nuestra vida, para que él sea el Señor no solo en una parte, sino de todo.

Dejar que Dios llene todo vacío: Cuando hemos puesto una o varias cosas o personas en el primer lugar de nuestro corazón y renunciamos a ellas, quedará un vacío muy grande en nuestro tiempo, en nuestras actividades y en nuestra mente, pero es el momento en el que Dios verdaderamente puede llenar ese vacío, no hay nada que Dios no pueda alcanzar y lugar donde Él no nos pueda encontrar. Dios es suficiente para llenar cualquier vacío que pueda tener nuestro corazón y reinar en él llenándonos de gozo, paz y amor absoluto e incondicional.

Fortalecernos en Dios: La batalla contra la idolatría no será una única vez y luego olvidarnos, porque querrá venir una y otra vez una persona, una situación, una actividad, una cosa o nosotros mismos a querer ocupar ese lugar que sólo a Dios le pertenece. Por eso debemos fortalecernos en Cristo, en el poder de su fuerza, para reconocer cuando este gigante quiera levantarse e inmediatamente tomar autoridad y quitarle cualquier lugar que esté queriendo tomar en nuestra vida.

Leamos la palabra de Dios: Cuando tenemos conocimiento de la Palabra Dios, tenemos la sabiduría para reconocer que algo está ocupando el lugar que a Él le corresponde, si leemos Su Palabra con regularidad y nos sumergimos en ella cada día, nos daremos cuenta que nuestros pensamientos, sentimientos, nuestra alma y corazón están cada vez más conectados con el señor las 24 horas del día y la Palabra de Dios es la verdad que nos ayudará a vencer este gigante y tener la victoria.

Pidamos al Señor que nos dé su gracia para poder reconocer si en nuestro corazón hay algo que esté ocupando el lugar que solo a Dios le pertenece, arrepentirnos pidiendo perdón, renunciando a nuestros ídolos a cualquier ídolo que esté ocupando ese lugar, dejar que Dios llene todo vacío, fortalecernos en el poder de Su fuerza y sumergirnos en su Palabra cada día, son herramientas claves para poder en todo tiempo de nuestra vida, derribar el gigante de la idolatría y proseguir nuestro camino hacia la meta.


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