Ante el resentimiento prosigo a la meta (2ª parte)
Escrito por Sully de Barra el 18 de abril de 2024
Uno de los gigantes que podemos encontrarnos en este camino hacia la meta es el gigante del RESENTIMIENTO, no es fácil reconocer que podemos tener algo en nuestro corazón hacia otra u otras personas, pero si continuamente tenemos o mantenemos un pensamiento y un sentir en nuestro corazón por algo que nos han hecho o nos han ofendido, estamos albergando resentimiento.
El resentimiento como lo dice su nombre es RE-SENTIR, volver a sentir una misma emoción ya sea de dolor, tristeza, vergüenza, frustración, humillación, etc. que cierta situación con alguna persona nos provocó y eso mismo lo volvemos a sentir una y otra vez, este re-sentir constante va creando ese resentimiento del que podemos caer presos porque no sanamos el corazón rápidamente.
A lo largo de nuestra vida vamos a pasar diversos momentos en los que tendremos algún problema o situación con alguien que nos causa malestar y nos hace daño, esas situaciones algunas veces no podemos evitarlas porque no dependen de nosotros, pero lo que sí depende de nosotros es cómo reaccionamos ante eso, si dejamos que el gigante del resentimiento se levante poco a poco, recordando una y otra vez ese problema o vamos al Señor sanamos nuestro corazón y limpiamos toda herida para que nada malo crezca en nosotros.
El gigante del resentimiento es la falta de perdón o en rencor que guardamos en el corazón y que según estudios científicos puede tener algunos efectos que nos harán aún más daño:
- Llevar el dolor, enfado o amargura a nuevas personas y comparemos experiencias pasadas con cosas nuevas que nada tienen que ver.
- Vivir con la mente y pensamientos centrados y enfocados en esas malas experiencias, al punto que nos impide disfrutar de la vida en el día a día.
- Podemos estar tan tristes y deprimidos que nos lleve a estar irritables con todos y con todo.
- Perderemos relación con otras personas que son realmente importantes porque el resentimiento puede crear aislamiento. Y la más importante pondrá un muro en nuestra relación con el Señor porque alimentamos un sentimiento cada día que a Dios no le agrada.
Hoy quiero que reflexionemos acerca de tres cosas que el resentimiento puede hacer en nuestro corazón hablando de tres personajes bíblicos que vivieron el resentimiento en sus corazones y esto les llevó a tomar malas decisiones, alejarse de la voluntad de Dios y se dejaron vencer por el resentimiento.
El resentimiento lleva consigo muerte: En el caso de Caín, todos conocemos la historia, después que Dios acepta la ofrenda de su hermano Abel, pero no la de él, siente un profundo resentimiento hacia su hermano. La palabra dice que Génesis 4:5-6 “Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante. Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? El resentimiento ensombrece nuestro semblante, no somos los mismos que antes, hay una sombra que nos cubre y nos sentimos tristes, decaídos, sin fuerzas, pero con un profundo deseo de venganza, el final de Caín todos los conocemos, le lleva a matar a su hermano Abel. El resentimiento trae consigo muerte, quizás no siempre muerte física, pero sí traerá muerte espiritual, dolor, tristeza y separación de Dios.
El resentimiento nos ciega la mente: En este caso están los hermanos de José: En el relato de José en el libro de Génesis, los hermanos de José sienten resentimiento hacia él debido a los sueños que tiene que sugieren que algún día reinará sobre ellos.
En Génesis 37:11 dice “Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre meditaba en esto.”
Los hermanos de José lo envidiaban, por causa de sus sueños cada día fue creciendo el odio y el resentimiento hacia él al punto que no dudaron en vender como esclavo a su propio hermano, mentir acerca de su muerte y vivir tranquilos al lado de su padre sin decir palabra de lo que había sucedido. El resentimiento ciega la mente, no podemos ver ni pensar en otra cosa que buscar el mal de quien nos molesta y eso nos lleva a tomar malas decisiones que en otras condiciones jamás hubiéramos hecho.
El resentimiento nos aparta de la voluntad de Dios: En el caso del profeta Jonás, recordemos que el recibe un mandato, predicar arrepentimiento a la ciudad de Nínive, pero para su criterio y su juicio, Dios no debía perdonarlos sino destruirlos, y cuando Dios le llama a predicar arrepentimiento, hace totalmente lo contrario en Jonás 1:3 dice “ Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová.” Cuando guardamos resentimiento aun sin causa como era el caso de Jonás, nos alejamos de la voluntad de Dios, nos vamos de su presencia, consideramos que estamos haciendo lo correcto, porque el resentimiento busca apartarnos de esa voluntad perfecta de Dios. Sabemos que la historia de Jonás termina un poco diferente, porque él sigue en su enojo profundo, Dios perdona la ciudad de Nínive, pero Jonás no consigue tener paz, sigue alimentando su enfado, su disgusto, su resentimiento y le suceden muchas cosas a través de las que Dios quiere hacerle entender.
Cuántas veces actuamos como caín, decae nuestro semblante por algo que nos llena de envidia y nos llenamos de resentimiento. Cuántas veces actuamos como los hermanos de José alimentando un resentimiento en el corazón contra alguien, que nos ciega la mente y no medimos las consecuencias, albergamos mentira, sobre mentira y no nos damos cuenta que estamos actuando mal.
Y cuántas veces podemos actuar como Jonás, sin ninguna misericordia, siendo hombres o mujeres de Dios, guardamos resentimiento hacia otros por sus malas acciones y no nos damos cuenta que ese resentimiento nos está apartando cada vez más de hacer la voluntad de Dios y cumplir con lo que él nos ha pedido que hagamos.
Seamos sabios, no nos dejemos vencer por el gigante del resentimiento, no alberguemos nada en nuestros corazones, aunque no lo veamos o no entendamos, seamos dóciles a la voluntad del Señor, limpiemos nuestro corazón cada día del resentimiento y prosigamos hacia la meta.