Mi vida antes y después de conocer a Jesús
Escrito por Amigos en Radio Solidaria el 7 de julio de 2023
Según las palabras de la profecía, ahora los jóvenes del Señor como el rocío del alba se levantan y se dedican voluntariamente a Dios. Espero sinceramente que lleven muchos frutos del Espíritu Santo con la ambición y fe fervientes de su juventud. También deseo que todos los demás miembros de Sion: señoras, señores, estudiantes, niños y ancianos, que muestran la gloria de Dios, reciban la bendición de llevar buenos frutos. Hemos pasado por muchos cambios antes y después de conocer a Dios.
Antes de conocer a Dios, éramos pecadores que vivían como esclavos de la muerte. La Biblia compara nuestro cambio al renacer con la vida eterna que pertenece a Dios después de conocerlo, con las “ramas injertadas”.
En botánica, “injertar” es un término utilizado para referirse a la unión de parte de una planta a otra. Una rama que se injerta en otro árbol pierde sus rasgos originales y pasa a formar parte del organismo al que se ha unido, para que ambas crezcan juntas como una sola.
La Biblia compara nuestra relación con Dios con la de un árbol y sus ramas, enfatizando que no podemos hacer nada separados de Él (Jn 15:1-5). Especialmente el libro de Romanos describe nuestra unión orgánica con Dios refiriéndose al injerto. Esto nos recuerda que debemos desechar nuestra vieja naturaleza de pecadores y cambiar para asemejarnos a la naturaleza de Dios.
En cuanto a la misma especie, los ejemplares de mejor calidad se describen con el término adicional “bueno”, pero los de mala calidad reciben el nombre de “silvestre”. Lo mismo ocurre con los olivos. Hay dos clases de olivos: el buen olivo de buena calidad y el olivo silvestre de mala calidad. Nosotros, las ramas de olivo silvestre, somos injertados en Dios, el buen olivo. Dado que no podemos regresar al eterno reino de los cielos con nuestra naturaleza original, hemos sido injertados en Dios y hemos renacido a la vida eterna.
Las ramas bien injertadas se asemejan a la naturaleza del buen olivo. Al recibir la savia y los buenos nutrientes del buen olivo, la forma de los frutos mejora y adquieren suficiente fuerza para defenderse de insectos y plagas. Se dice que los padres sienten un cariño especial por sus hijos que se parecen a ellos. Debemos parecernos a Dios por completo, permaneciendo en Él.
Dado que Dios se complace con la salvación de la humanidad, nosotros también debemos complacernos con su salvación y predicar el evangelio con diligencia, para guiar a toda la humanidad al reino de los cielos. Con este espíritu de fe, armonicemos con la mente de Dios.