Apagan las estrellas
Escrito por Daniel Valuja el 13 de noviembre de 2023
El cambio climático también se ve desde el espacio. Sandra Benítez, astrofísica y científica de la ESA lo sabe bien. Ella ha visto el universo desde todos los ángulos posibles: a través de una jaima en el desierto o mediante mapas de última generación.
Aprovechamos su participación en el Ciclo de Conferencias de la Fundación Canal para preguntarle sobre clima, basura espacial o por los últimos avances en exploración extraterrestre.
¿Cómo se ve el espacio desde tantos lugares distintos?
Igual [ríe]. Lo mejor de viajar a distintas latitudes, de haber contemplado el cielo desde jaimas o selvas, es tener muy claro que estamos todos bajo el mismo cielo. Lo único que cambian son los valores que le proyectamos a los astros. En nuestros viajes, las comunidades nos proporcionan saber local y nosotros les damos acceso a la visión «moderna» del cosmos, pero no para suplantar esos saberes, sino para que se apropien de ella y construyan una visión crítica del mundo. Eso es lo que quiere la ESA: una ciudadanía crítica. Hoy en día es complicado, porque tenemos vidas muy aceleradas. Pero la astronomía te permite calmarte, mirar hacia arriba, salirte de tu espacio, cuestionarte, ver cosas más grandes. Ya lo hacía decía Carl Sagan: la Tierra es un escenario muy pequeño en un vasto escenario cósmico.
¿Pueden ayudar las ciencias espaciales a la crisis climática?
Pueden mapear, vigilar y ayudar a mitigar el cambio climático. Tenemos misiones fascinantes como Juice, en Júpiter, con la que exploraremos la habitabilidad de los océanos de otros mundos; también estamos buscando las galaxias más lejanas o materia oscura… Pero no debemos olvidar que también tenemos una flota de más de 30 satélites exclusivamente mirando para casa. A la Tierra. Con ellos monitoreamos los vientos, la temperatura del mar, la salinidad, el deshielo o la humedad de los suelos. Algunos hacen gráficos espectaculares del planeta. Proporcionamos muchísima de la información gratuita que científicos y empresas utilizan para poner en marcha iniciativas que palien estos defectos. Por ejemplo, hay una chica griega que trabaja con nuestros datos sobre las líneas de costa y el aumento del nivel del mar, que es capaz de predecir qué poblaciones se pueden ver afectadas por inundaciones o tormentas. Hay gente haciendo cosas maravillosas para paliar efectos absolutamente innegables.
¿Innegables?
Desde el espacio, el cambio climático se ve cristalino. Gracias a CryoSat [satélite de la ESA que proporciona detalles jamás vistos sobre terrenos helados complejos], sabemos que entre 2011 y 2017 se observó un decrecimiento abrumador del hielo patagónico; más de 20 giga tones al año que su ponen un 15% de la pérdida a nivel mundial. En no demasiado tiempo, no va a haber glaciares en la Patagonia. Pero quiero esperanza. Hay mucha gente que ya ha pasado a la acción. Gobiernos e instituciones se están arremangando.
También hay retos fuera de la Tierra, como la basura espacial.
Es cierto. Durante muchos años todo el mundo ha lanzado al espacio todo lo que ha podido y sin cuidado. Hay catalogadas cientos de miles de piezas: desde tornillos y puertas hasta naves del tamaño de un autobús, que van a 30.000 km/h.
El principal problema es que colisionar con ellos puede inutilizar satélites o naves, y adiós misión. De hecho, en la estación espacial de la ESA en Villanueva de la Cañada (Madrid) tienen que mover su satélite –con el que miden la salinidad del mar– dos o tres veces al año porque una pieza de basura espacial va enfilada hacia él. Pero la basura también puede caer a la Tierra. Es preocupante.
¿Qué hacen las agencias espaciales para subsanarlo?
Por eso, la ESA tiene un equipo de Defensa planetaria que diseña proyectos; desde láser es para basura desde la Tierra are des para «pescar» basura. Están en fase de diseño y a finales de la década podrán estar listos. Pero el principal problema es la falta de concienciación gubernamental y de las empresas privadas. Ahora mismo no existe un protocolo internacional. No hay reglas del juego. Es un problema que no es nadie y es de todos. Pero si nos hemos puesto de acuerdo en cómo gestionar los recursos globales; hay que hacerlo con los extra-globales. La ESA lo está motivando muchísimo, pero las empresas no están interesadas en el tema. En mi opinión, lo que está haciendo Elon Musk es cargarse la astronomía con Starlink [Internet satelital de SpaceX]. Este señor (y otros) han lanzado lo que les ha dado la gana. Antes, aparecía un satélite por ahí perdido; ahora, son trazas enteras.
Por otro lado, hemos asistido a avances, pero las grandes incógnitas están aún por resolver…
En cuanto a las grandes preguntas, como si hay vida en otros planetas, hemos avanzado mucho. Desde que en los 90 se detectara el primer exoplaneta, llevamos descubiertos miles de nuevos mundo sor bitando otras estrellas. No solo eso: además podemos medir sus características, si son gaseosos, terrestres, si tienen atmósfera y hasta cuál es la composición de esas atmósferas. Ya tenemos la tecnología para poder saber si en ese «puntito luminoso» hay ozono u oxígeno… así que la respuesta no se va a hacer mucho de rogar. En cuanto estén listas las nuevas misiones y telescopios vamos a poder saber si están habitados. Otra gran incógnita es la materia oscura. Pues bien: la misión Euclidd es pegó en julio y mapeará durante 3 años el universo observable para ver cómo se distribuyen las galaxias. Nos dirá dónde está la materia oscura o cómo afecta a la luminosa. Vamos a estar más cerca que nunca de responder, por fin, qué es esto de la elusiva energía oscura. (Fuente Noticia: La Razón)