Buscando la vida eterna

Escrito por el 14 de noviembre de 2022

Investigadores de la Universidad de California Berkeley han conseguido hacer que muestras de tejido cardíaco vuelvan a latir después de estar sometidas a temperaturas bajo cero hasta tres días. Esta técnica está lejos todavía del supuesto sueño de Walt Disney —que según una leyenda urbana hizo ciogenizar su cuerpo a la espera que la ciencia pueda revivirlo— pero abre la puerta a la conservación prolongada de órganos para trasplantes y a ayudar a alargar la vida de sus receptores.

Gracias a un proceso llamado congelación isocórica —que fue desarrollado por primera vez en 2005 por el mismo equipo de la universidad de Berkeley— los investigadores han sido capaces de evitar la formación de cristales de hielo en el tejido cardíaco y que se mantenga en buena forma al descongelarlo.

La congelación isocórica consiste en conservar los tejidos en un recipiente rígido y hermético que se llena de un líquido. En la congelación convencional, la isobárica, los tejidos se exponen al aire y se congelan a temperaturas inferiores a los 0 ºC. En la congelación isocórica, aunque el recipiente llega a la temperatura por debajo de cero, su interior no llega a congelarse del todo. La parte más exterior empieza a formar hielo y a crecer en volumen generando presión hidrostática en el interior hasta que el sistema alcanza un nuevo equilibrio termodinámico. De esta manera se producen dos fases dentro de la cámara, una sólida en la capa exterior y una líquida en la interior que es donde permanecen sumergidos los tejidos.

El equipo ha publicado sus resultados en la revista Communications Biology. En este estudio, comentan, están las pruebas que demuestran que esta técnica de criopreservación de tejidos funciona. «Hasta donde sabemos, éste es el primer estudio sobre el congelamiento isocórico y la reanimación de un músculo cardíaco humano que late de forma autónoma», afirma Matt Powell-Palm uno de los autores del estudio.

El experimento

Para este estudio, los investigadores utilizaron tejido cardíaco cultivado en el laboratorio a partir de células madre adultas. Este tejido cardíaco, aseguran, late a un ritmo comparable al de un corazón humano, y los canales microfluídicos del sistema reproducen la forma en que las células reciben a los nutrientes y los fármacos.

Los investigadores sumergieron las muestras de tejido cardíaco en recipientes rígidos llenos de una solución que se usa comúnmente en la preservación de órganos y que había sido enfriada a -3 ºC. Luego las fueron retirando de la solución después de periodos de 24, 48 o 72 horas y los pusieron a una temperatura de 37 ºC.

Comprobaron que tras el congelamiento isocórico no se había alterado la estructura del tejido cardíaco, ni había quedado afectada significativamente la frecuencia de los latidos ni su forma. También descubrieron que el latido espontáneo se reanudaba en entre el 65% y el 80% de los tejidos estudiados y que la duración de la congelación no hacía variar los resultados.

«Consideramos que estos porcentajes son relativamente altos para los resultados de recuperación de la preservación, sobre todo teniendo en cuenta la variabilidad intrínseca de estos tejidos y el hecho de que no se utilizaron crioprotectores», afirma Powell-Palm.

El método para trabajar con células cardiacas conocido en inglés como heart-on-a-chip

Los investigadores también descubrieron que, tras salir de la congelación, el tejido cardíaco seguía respondiendo al isoproterenol, un medicamento que provoca un aumento de la frecuencia cardíaca.

¿Y ahora qué?

El equipo asegura que la viabilidad de un corazón donado se mide en horas y que esto limita en gran medida el número de posibles receptores que podrían beneficiarse de un trasplante. Los investigadores citaron estimaciones que indican que siete de cada diez órganos de donantes torácicos se desechan cada año por la incapacidad de conservarlos el tiempo suficiente para que lleguen a los pacientes que los necesitan.

Este método, según ellos, puede servir para preservar los tejidos y órganos de los donantes durante más tiempo, un reto enorme en el campo de los trasplantes y la investigación médica. «Actualmente, los pacientes de Florida no pueden recibir un corazón o un pulmón de California porque el órgano no sobreviviría al viaje a través del país», afirma Powell-Palm.

Pero para eso necesitan seguir trabajando y replicar estos resultados en órganos completos. «La tecnología utilizada para enfriar el tejido es sólida y robusta, pero ahora tenemos que desarrollar técnicas para calentar las cosas de forma consistente», comenta el equipo. «Eso fue más fácil con los mini músculos cardíacos que utilizamos para este estudio. Trabajar con órganos enteros requerirá más trabajo».

Este mismo equipo de investigación ha colaborado recientemente con los científicos del Departamento de Agricultura de EE.UU. en un proyecto que demuestra que la congelación isocórica es también es un método que puede revolucionar la industria alimentaria. Según sus estudios este sistema de congelación gasta menos luz, es más seguro y conserva mejor las propiedades de la comida.


Canción actual

Título

Artista