Clamor sin palabras

Escrito por el 11 de octubre de 2022

A medida que avanza el conocimiento de la estructura interna de las células, uno se sorprende de la elevada complejidad que manifiestan.

Antiguamente, cuando se inventó el microscopio, se pensaba que la célula era algo simple formado apenas por un núcleo oscuro y un citoplasma. Sin embargo, hoy sabemos cuán equivocados estaban los primeros estudiosos de los seres microscópicos.

El interior celular -tanto de los microbios como de las células del resto de los seres vivos- se muestra cada vez más complicado y difícil de entender.

Continuamente los investigadores están descubriendo máquinas moleculares que cumplen funciones precisas y altamente sofisticadas, que al principio no se comprenden del todo.

Después de un cierto tiempo y de más trabajos científicos, cada estructura se va encajando en su lugar correspondiente -como las piezas de un puzle- hasta que se entiende bien su significado y funcionalidad. Así progresan la citología, la genética y la bioquímica.

Una de estas últimas máquinas moleculares descubiertas en el interior de ciertas bacterias es la conocida con las siglas RuvABC. Se trata de una macromolécula formada por tres proteínas que actúa en la reparación del ADN bacteriano.

Cuando se producen errores en la recombinación del ADN (proceso por el cual una hebra de material genético se corta y se une después a una molécula de material genético diferente para formar nuevo ADN), inmediatamente acuden estos motores celulares a reparar dichos errores.

Se trata de un ejemplo alucinante de lo que se ha llamado “complejidad específica”. Es decir, una máquina compleja que no se ha podido originar de manera aleatoria sino que requiere de un diseño inteligente previo.

Es algo que parece pensado con un objetivo final. El azar de las mutaciones y la selección natural no pueden producir motores así, sólo la mente es capaz de hacerlo.

Cuando algunas bacterias recombinan trozos de su ADN, se forman unas estructuras en forma de cruz que se conocen en todos los reinos de la vida como “uniones de Holliday”.

En tales uniones es donde suelen actuar los motores moleculares RuvABC resolviendo los posibles problemas que se producen. Si una letra o base nitrogenada (A, T, C, G) del ADN se coloca fuera de su lugar correspondiente, es pronto localizada y sustituida por otra correcta.

Un motor molecular en las bacterias

Esquema de una unión de Holliday en la que se muestra la estructura secundaria del ADN con la secuencia de bases nitrogenadas. / Wikipedia.

La macromolécula RuvABC parece un sofisticado proyecto de ingeniería pero se encuentra en el interior de un pequeño microbio, considerado simple y primitivo.

Está formada por una veintena de engranajes, rotores y embragues que actúan en las uniones de Holliday de las hebras de ADN y se mueven alternativamente, a una velocidad vertiginosa, para cumplir su misión a la perfección.

Es capaz de convertir la energía en un movimiento de palanca que genera la fuerza necesaria para impulsar la migración de las ramas a lo largo del cadena de ADN, tal como puede hacer cualquier motor de combustión.

La recombinación del ADN es uno de los principales procesos biológicos de los seres vivos, mediante el cual los cromosomas intercambian ADN para generar diversidad genética en la descendencia, o bien para mantener la integridad genética, reparando las posibles roturas de los cromosomas.

Las uniones de Holliday se forman durante esta recombinación del ADN, al separarse cuatro brazos de la doble hélice y unirse en un punto determinado. De esta manera, intercambian hebras e información.

Los científicos ven posibles aplicaciones de este motor molecular, que podría colocarse en otras células con algunas pequeñas modificaciones, con el fin de solucionar errores genéticos, transportar determinadas proteínas, estimular la hidrólisis y el intercambio de nucleótidos. [1]. De manera que se podrían diseñar motores similares con diversas funciones celulares.

En ningún trabajo científico referido a estas increíbles nanomáquinas se habla para nada de cómo pudieron formarse por procesos evolutivos. Al contrario, cuando aparece la palabra “mutación” es para afirmar que éstas pueden comprometer notablemente la actividad del motor.

En relación a ciertos estudios mutacionales, se dice por ejemplo: “en los que la sustitución de trans-Asp129 comprometió notablemente la actividad de migración de ramas, y la mutación de trans-Glu128 resultó en un defecto de crecimiento bacteriano”.

No es necesario insistir mucho para convencer a los lectores de que estamos ante un auténtico ingenio natural que evidencia diseño real.


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