Comprometido con llevar fruto (1ª parte)

Escrito por el 23 de marzo de 2023

En esta temporada estamos hablando acerca de proseguir hacia la meta cada día de nuestras vidas, primero haciendo un compromiso de vida delante del Señor y a la vez haciendo pequeños compromisos en nuestra vida cristiana, pero que se convertirán en grandes victorias para ir alcanzando cada día más la plenitud de Cristo.

Al comprometernos con la oración, el ayuno, la lectura de la palabra, la comunión con los hermanos, con nuestro llamado, con nuestra edificación, también debemos hacer un compromiso con algo que claramente define quienes somos ante los ojos de los demás y sobre todo delante del Señor y es llevar fruto, porque es así como realmente mostraremos quiénes somos en Cristo como la palabra en Mateo 7:20 “Así que por sus frutos los conoceréis”.

El fruto es la parte más esperada de un árbol o de una planta, el fruto no es algo inmediato, que tenemos de un día para otro, es un proceso de tiempo, trabajo, esfuerzo, dedicación y constancia para lograr obtenerlo.

En muchas escrituras El Señor nos compara con árboles como higueras, olivos y vides, indudablemente son árboles que dan fruto, de los cuales se puede beneficiar, comer y hasta recibir su sombra.

Todos conocemos el fruto del Espíritu Santo que aparece en el libro de Gálatas 5, todos estos frutos son muy importantes cultivarlos en nuestra vida, pero también la palabra de Dios nos habla de varios frutos que como cristianos debemos dar y hoy vamos a hablar de los muchos frutos que menciona la palabra y sobre todo para que podamos revisar si en este camino hacia la meta estamos dando los frutos que El Señor espera y comprometernos con El Señor para que se produzcan en nosotros.

FRUTOS DE ARREPENTIMIENTO: Mateo 3:8 y 10 dice “Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento” ” Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego.” Según este pasaje podemos ver que existen arboles buenos y árboles malos, los árboles malos, árboles cuyas ramas, hojas y corteza pueden dañar nuestra piel con solo tocarla y provocar grandes irritaciones en ella, los árboles malos lucen igual que los buenos, lo que sucede es sus frutos son venenosos, son árboles destructivos y no puede utilizarse ni la madera, ni su hoja, ni su fruto, solo inutilizan la tierra.

Cada quien conoce sus obras y las acciones de sus corazones, nadie solamente Dios conoce las motivaciones de nuestro interior y el fruto para vida o para muerte que hemos dado. Dar frutos de arrepentimiento es mostrar un cambio radical en nuestra vida, un cambio de mente, de actitud, un cambio en la forma de hacer las cosas. El arrepentimiento no es lo mismo que el remordimiento, porque el remordimiento solo genera culpa, pero no hay nada que se haga por cambiar lo que se ha hecho mal, sin embargo el arrepentimiento es un fruto porque lleva vida y victoria sobre el pecado.

¿Estamos dando frutos de arrepentimiento? O seguimos haciendo cosas una y otra vez tropezando con la misma piedra sin avanzar, vamos hacia la meta avanzando dos pasos y retrocediendo tres porque no hay frutos de arrepentimiento. Este es uno de los primeros frutos que debemos dar como cristianos, el que pecaba no peca más, el que robaba no roba más, el que mentía no miente más, cambios radicales de vida, son frutos de arrepentimiento que Dios busca en nuestros corazones cada día.

FRUTO AGRADABLE: «¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres?» En el libro de Isaías, se había plantado una viña en una ladera fértil, el suelo era perfecto, la tierra era fértil, se habían sembrado vides escogidas, para que el fruto fuera ideal y agradable, se le había cercado y despedregado para evitar que ningún agente externo pudiera impedir su proceso de crecimiento, se había hecho una torre desde la cual se podrían apreciar todos los viñedos y se había hecho un lagar, que era el lugar donde se podría machacar el fruto de la vid para obtener el mosto de la uva. Todas condiciones eran perfectas, pero la vid no dio uvas, en vez de ello dio uvas silvestres.

Las uvas silvestres son uvas agrias, que no sirven para nada, no puede hacerse nada productivo con ellas, solo ocupan espacio, no pueden ser aprovechadas. ¡Qué decepción y frustración provoca cuando damos todo a cambio de nada, qué más se podría hacerse por esa viña que no se hubiera hecho ya? Nosotros podemos dar fruto agradable o fruto desagradable, nosotros podemos ser comparados a esa vid, el Señor nos ha puesto el fundamento, ha sembrado su palabra viva en nosotros, nos ha dado su salvación, ha limpiado nuestra tierra, nos ha guardado, nos cuida y protege, Él ha puesto todo para que nosotros como sus hijos estemos preparados para dar fruto, Él espera un fruto de vida, un fruto dulce, aprovechable cien por ciento, un fruto precioso, qué más puede hacer El Señor por nosotros si ha dado a su único hijo para salvación nuestra. Este es otro fruto que como cristianos debemos dar fruto agradable, el fruto esperado, todo el amor del Padre puesto en nosotros debería dar como resultado en nosotros fruto agradable.

FRUTO DE LABIOS: Hebreos 13:15 dice «fruto de labios que confiesan su nombre.» Fruto de labios, este es otro fruto que podemos llevar, el fruto de nuestros labios dice la escritura que nos saciará de bien, también sabemos que en nuestra boca está la lengua y la palabra de Dios dice en Proverbios 18:21 que «La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos.» con nuestra boca podemos tener fruto de vida o de muerte, nuestros labios pueden producir frutos de muerte o frutos de vida que confiesan el nombre del Señor donde quiera que vamos.

¿Qué fruto estamos dando con nuestros labios? Cada palabra que sale de nuestra boca nunca regresa sin haber causado algún efecto en otros, es por ello tan importante que seamos sabios en cada conversación que tenemos, allí se notará nuestro fruto, qué palabras salen de nuestra boca y qué respondemos a quienes se acercan a nosotros, fruto de labios que confiesan el nombre del Señor, que testifican Su poder, fruto de labios que llevan fe y esperanza, ese es el fruto que Dios espera de nosotros.

Así que en este camino hacia la meta necesitamos hacer un compromiso con llevar fruto, fruto de arrepentimiento, haciendo cambios radicales e irreversibles en nuestra manera de vivir, debemos comprometernos con dar fruto agradable, para que todo lo que Dios ha hecho por nosotros produzca el mejor de los frutos y debemos dar fruto de labios, que a través de nuestras palabras podamos mostrar quiénes somos y que Dios mora en nosotros. Hagamos un compromiso y comencemos a llevar fruto donde quiera que vayamos y prosigamos hacia la meta.


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