Comprometido con no olvidar los beneficios de Dios (1ª parte)

Escrito por el 1 de junio de 2023

Durante esta temporada hemos hablado del compromiso que tenemos que hacer si queremos crecer en El Señor y no abandonar rápidamente cuando las cosas se ponen difíciles, hacemos compromiso con EL Señor para orar más, leer Su palabra, edificar nuestra vida, dar fruto, ser obedientes y hay otra cosa con la que deberíamos hacer un compromiso y es NO OLVIDAR LOS BENEFICIOS DE DIOS.

Parece un compromiso extraño o raro, pero es que sin darnos cuenta cuando pasamos por tiempos adversos y tiempos en los que las cosas no nos van del todo bien, tendemos a olvidar lo que Dios ha hecho con nosotros.

¿Por qué nos olvidamos de las cosas? Y sobre todo por qué olvidamos cosas importantes? Según estudios el olvido se considera una acción involuntaria, en donde se deja de recordar la información que hemos adquirido o también puede ser que lo olvidamos porque no le hemos dado la importancia a determinada cosa, algo no ha sido realmente significativo.

Nuestra memoria almacena miles de ideas y pensamientos y es normal que algunas veces olvidemos cosas, pero lo más difícil para nosotros mismos es olvidar en momentos de prueba LO QUE DIOS HA HECHO POR NOSOTROS.

Desde tiempos antiguos el pueblo de Dios ha olvidado los beneficios de Dios sobre su vida por eso Moises en el libro de Deuteronomio 4:7-9 dice “ Porque ¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Jehová nuestro Dios en todo cuanto le pedimos? Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros? Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos.”

Quién podría olvidar un mar que se abre ante sus ojos para pasar en seco y luego se cierra, otra vez ante sus ojos para destruir a sus enemigos? Creo que nadie lo haría, pero aunque parezca increíble el pueblo de Dios si que lo olvidó, cuando se vieron en el desierto sin comida, cuando echan en falta lo que comían en Egipto, no pensaron siquiera por un momento todas las maravillas que Dios hizo y que vieron sus ojos.

Tristemente cuando estamos ante situaciones difíciles olvidamos todo lo que Dios ha hecho por nosotros en otro tiempo, solo centramos nuestros ojos en el problema actual y no los ponemos en Dios quien nunca nos ha dejado, quizás las cosas no han sido las mejores, quizás las pruebas han sido muy duras, pero hemos salido, lo hemos superado, como han habido días de dolor, también hay días de calma y el mismo Dios que permite la prueba y el sufrimiento, nos ha sacado del fondo y nos ha llevado a un valle de tranquilidad.

Un corazón agradecido tiene memoria, un corazón que ha sido bendecido no olvida fácilmente la bendición recibida, en el corazón agradecido vive la humildad, la gracia y el gozo de saber que aún no siendo merecedores hemos recibido el regalo de la salvación y el regalo de conocer la verdad a través de Jesucristo.

Por esa razón en este camino hacia la meta en los tiempos de tranquilidad y de paz, debemos hacer un compromiso con El Señor y pedirle que no olvidemos todos sus beneficios, todas sus bondades, todos los milagros y todo lo que nos ha dado, para que cuando vengan los tiempos duros, lo tengamos muy presente. Y recordar las palabras del Salmo 103:2 que dice “Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios.”
Pero cómo hacemos para no olvidar sus beneficios, hoy vamos a reflexionar de 2 cosas que son importantes para no olvidar y recordar los beneficios de Dios.

PENSAR EN LA CONSOLACIÓN DE DIOS: El Salmo 94:19 dice «En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi alma.» Según estudios revelan que podemos tener alrededor de 60 mil pensamientos al día, mil cosas dando vueltas en nuestra cabeza, y en esa cantidad de pensamientos muchas veces entramos en un monólogo interno, en el que hablamos nosotros mismos y nosotros mismos nos respondemos, pero en ese momento es donde dice el salmista que en esa multitud de pensamientos, las consolaciones de Dios alegran nuestra alma. ¿Por qué pensar en las consolaciones de Dios? Porque las consolaciones de Dios en diversas situaciones han traído descanso, refrigerio, alegría, vida y solución a nuestros tiempos de adversidad y el recordar cada una de sus consolaciones en cada situación deferente, dará alegría a nuestro corazón, porque recordaremos que Dios siempre ha estado allí y que nunca su amor nos ha dejado solos.

Las consolaciones de Dios son infinitas y a lo largo de nuestra vida hemos disfrutado de sus consolaciones en tiempos de aflicción, cuando estuvimos enfermos, Él nos ha sanado y a extendido Su mano sobre nosotros para levantarnos, cuando hemos sufrido y nos hemos sentido impotentes, Su poder nos ha sostenido y hemos visto la luz al final del túnel oscuro que pensábamos nunca terminaría, cuando hemos tenido necesidad, El siempre nos ha traído Su consolación y Su provisión, dándonos aún más de lo que podíamos imaginar, para cada problema Dios siempre ha tenido una solución, asi que para no olvidar los beneficios de Dios pensemos en Sus consolaciones a lo largo de nuestros días.

NO DEMOS EN QUIÉN HEMOS CREÍDO: 2 Timoteo 1:12 dice “Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día”. El apóstol Pablo estaba convencido en quién había creído y a quién había confiado su vida entera, su salvación y todas las cosas que tenía, estaba seguro que Dios es poderoso y que nada de lo que un día confío en Sus manos está perdido. Cuando padecemos tribulación y no entendemos las cosas que nos pasan, podemos olvidar también a quién hemos creído y lo que un día le entregamos a Dios, se nos olvida lo que hemos puesto en Sus manos en oración, pero Él no lo olvida, lo tiene muy presente, Dios es poderoso y si en Él hemos confiado, el nunca nos defraudará.

Recuerdo un día se presentó una avería de nuestro vehículo inesperadamente, ese día mi esposo no pudo llevárselo a trabajar, tuvo que coger el tren y el metro para llegar a su destino, luego nos dijeron que la avería era algo muy sencillo y por la noche ya estaba reparado y sin mayor gasto, cuando eso sucedió pensé: “qué pena! Siempre oramos porque Dios nos guarde y ahora pasa esto, y enseguida vino a mi mente la respuesta del Señor: «Pues porque han orado, ha pasado esto, hoy no era conveniente salir con el vehículo a la carretera, era mejor usar otros medios». Y así es la vida nosotros olvidamos en quién hemos creído pero El nunca se olvida de lo que un día le hemos pedido.

Pidamos al Señor que nos ayude con esa amnesia espiritual, que a veces nos aborda en tiempos de dificultad, recordemos y no olvidemos ninguno de sus beneficios y prosigamos hacia la meta.


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