Comprometidos con ayunar (1ª parte)

Escrito por el 24 de noviembre de 2022

En la vida en la medida que vamos creciendo vamos asumiendo muchos compromisos y la vida cristiana, también un crecimiento conlleva a comprometernos con ciertas cosas que nos ayudan a avanzar en nuestro camino hacia la meta, cosas básicas que nos ayudarán a crecer como lo es la oración, la lectura de la palabra, el ayuno y muchas otras cosas que en la medida que va pasando el tiempo deben estar en nosotros.

Así que ayunar es una forma de vida que debería estar presente en la vida de todo cristiano no importa el tiempo y la circunstancia que estemos viviendo. El propósito del ayuno debe ser quitar nuestros ojos de las cosas de este mundo y concentrarnos en Dios. El ayuno es una manera de demostrar al Señor y a nosotros mismos, que tomamos en serio nuestra relación con Él. El ayuno nos ayuda a obtener una nueva visión y una confianza renovada hacia Dios, fortalece la fe y permite que nuestra carne mengue para que Su espíritu se vivifique y podamos estar más dispuestos a escuchar la voz de Dios.

Antes de hablar más profundamente del ayuno y lo que la palabra de Dios nos dice de él, quiero que reflexionemos acerca de lo que NO es ayuno:

  • El ayuno NO es una forma de lograr que Dios haga lo que nosotros queremos y doblar su brazo para que ceda a nuestra voluntad.

  • El ayuno NO cambia a Dios, nos ayuda a cambiar a nosotros, para poder ver las cosas con los ojos de la fe y no con los de la carne.

  • El ayuno NO es una manera de parecer más espirituales que otros. El ayuno es para vivir en un espíritu de humildad y una actitud gozosa.

  • El ayuno NO es una penitencia para lograr un fin, es una actitud de vida que nos permite posicionarnos sobre nuestra carne y andar en el espíritu.

  • El ayunar puede que no cambie las cosas, pero si cambia nuestro corazón a través de negarnos a nosotros mismos dejando que nuestro Espíritu sea gobernado por EL Señor.

Como un testimonio personal yo reconozco que el ayuno ha sido clave en mi vida, hace más de 14 años Dios me permitió vivir una de las pruebas más fuertes y pasamos como familia un proceso con nuestro hijo más pequeño luchando con un cáncer terminal y luego de 23 meses de hospitales El Señor se lo llevó con 4 años de vida. Fueron días, meses, tiempos muy largos y muy difíciles, viviendo prácticamente en un hospital y el ayuno durante ese tiempo me fortaleció a mi como madre, como mujer, como creyente, fortaleció a mi familia nos hizo ver las cosas de manera diferente y valorar cada segundo que Dios nos regalaba al lado de nuestro pequeño. Luego hace casi dos años mi marido enfermó de un cáncer terminal y en 4 meses se fue con El Señor, una vez más el ayuno me fortaleció y me ayudó a conectarme en mi Espíritu con El Señor de forma sobrenatural, fortaleció mi corazón para lo que estaba por venir y me dio la gracia para hasta el día, de hoy vivir en victoria y no en depresión, dolor y tristeza.

Tristemente en el pueblo cristiano hay pocas personas que se comprometen de corazón con El Señor ayunando, tengo un amigo que ayuna mucho tiempo, pero en la medida que ha ido ayunando su corazón ha ido siendo transformado, con más madurez, más unción del Señor, más humildad, menos él mismo y más de Dios en él. Eso es lo que Dios permite a través de un corazón dispuesto a ayunar y negarse a sí mismo. Así que:

AYUNAR FORTALECE: Gálatas 5:17 dice Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.” En nuestro interior se libra una batalla entre querer hacer lo que Dios dice que hagamos y lo que nuestra carne quiere hacer, cuando ayunamos nos negamos a algo que no está prohibido para nosotros como son los alimentos, la comida, entonces cuando en nuestro diario vivir debemos negarnos a algo que SÍ nos está prohibido, como un pecado o una emoción descontrolada, será más fácil renunciar a eso que a Dios no le agrada, porque ya nuestra alma ha sido entrenada a través del ayuno a no dejarse dominar por cosas como tentaciones, enojos, depresiones o cosas que nos pueden hacer tropezar, sino ayunando hemos aprendido a dejar que sea Dios quien tome el control de nosotros.

AYUNO ABRE LOS OJOS DE LA FE: Colosenses 3:1-2 dice “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.” Cuando ayunamos quitamos nuestros ojos de las cosas de este mundo y nos concentramos en Dios, como dice la palabra tenemos que poner nuestra mira en las cosas de arriba, con el ayuno abrimos nuestros ojos de la fe, para creer y para confiar en El Señor y los quitamos de nosotros mismos, obtenemos una nueva visión de las cosas que enfrentamos cada día, nuestra confianza se renueva, se fortalece nuestra fe para creer y no dudar y también permite que nuestra carne mengue, para que nuestro espíritu se vivifique y podamos estar más sensibles a escuchar la voz de Dios.

AYUNAR HUMILLA EL CORAZÓN: 2 Crónicas 20:3 dice: “Entonces él tuvo temor; y Josafat humilló su rostro para consultar a Jehová, e hizo pregonar ayuno a todo Judá.” Ayunar y humillar el corazón van de la mano, porque cuando ayunamos estamos reconociendo, primero que hay una necesidad de Dios, volvemos a Él nuestro rostro, reconocemos que necesitamos de Su intervención.

Segundo doblega nuestra alma, emociones, sentimientos, voluntad y nos deja en vulnerabilidad para repose sobre nosotros el poder de Cristo. Y tercero en medio de esta humillación recibimos esa dirección de Dios que tanto necesitamos y logramos ver más allá de lo que son las circunstancias terrenales, el gozo y la paz de Dios nos inunda y somos revestidos de una fortaleza que va más allá de lo natural y terrenal. Vale la pena comprometerse con el ayuno y sobre todo El Señor para entender sus caminos, para aceptar Su voluntad y para sacar de nosotros tanto mundo que quiere envolvernos en nuestro diario vivir.

Así que comprometidos con ayunar, prosigamos hacia la meta.


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