Con paz en mi corazón

Escrito por el 5 de mayo de 2022

Paz, cuánto anhelamos tener paz, cuánto anhela el mundo la paz, en estos momentos en los que las noticias nos hablan de guerra, de enfrentamientos, de personas muriendo y sufriendo y todos anhelamos que haya paz.

Cantamos canciones como “paz en medio de la tormenta”, “paz cuán dulce paz!”, buscamos la paz en el corazón cada día de nuestras vidas y la verdad es que la paz, al igual que la felicidad tan deseada por el hombre no es un lugar al que vamos a llegar algún día, sino es un estado en el que podemos vivir cada día, porque quien tiene a Dios en su vida puede experimentar lo que es la verdadera paz.

El mundo habla de paz, hace muchísimos años hasta lo expresaban con el símbolo de “peace and love”, pero realmente qué fundamento tiene la paz del mundo, no tiene ningún argumento, la paz que el mundo ofrece es ese lugar tranquilo, quizás sin ruido, sin sufrimiento, donde nadie me dice nada, ni me duele nada, ni tengo nada que perder, donde lo tengo todo y me siento tranquila a contemplarlo, pero esa no es la verdadera paz.

La paz que El Señor nos da es algo completamente inexplicable y lógicamente incomprensible, pero que muchos hemos podido experimentar en medio de la peor de las tormentas de la vida, en medio de las dificultades más fuertes, al lado del féretro de una persona que amamos y que era muy importante para nosotros, es la paz que experimentamos desde la cama de un hospital cuando todos se van, es la que sentimos aún sin tener nada material o ninguna respuesta a nuestra petición, es la paz que no tiene sentido, ni razón pero que está allí, reinando en el corazón y ayudándonos a caminar en medio de todo.

Jesús habló de esa paz en Juan 14:27 dijo “La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da, yo os la doy. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”. Esta es la paz que el mundo no da ni entiende, es la paz que Dios nos da. Pero si leemos detenidamente este versículo, tan conocido por todos nosotros, veremos que el Señor dijo la paz os dejo, mi paz os doy, la paz que Dios da también la deja, recibimos su paz en un momento determinado, pero él también la deja o sea que es una paz que permanece, entonces ¿cómo podemos mantener viva y firme en nuestros corazones la paz que Dios nos da y nos deja?

La palabra de Dios nos da 3 claves para mantener paz en el corazón, porque en nuestro camino hacia la meta, necesitamos tener, vivir y avanzar con esa paz que el mundo no entiende, pero que Dios nos da y nos deja para llegar a esa meta final. ¿Cómo guardar esa paz en el corazón?

ORANDO Y DANDO GRACIAS: Filipenses 4:6-7 dice “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y súplica, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús”.

La clave para no entrar en afán y ansiedad es la oración, hablar con El Señor de toooodas aquellas cosas que nos pasan, nos afectan, nos duelen, nos inquietan y angustian, dice este verso, sean conocidas vuestras peticiones, a veces decimos Dios ya sabe lo que necesito y no me lo da y perdemos la oportunidad de hablar con El Señor de descargar nuestro corazón y contarle todas aquellas cosas que están en nuestro interior y que nos cargan, nos preocupan, nos agobian, nos llenan de temores y lo más importante hablar todo esto con acción de gracias, hay algo sobrenatural que pasa en nuestro corazón cuando damos gracias por algo que aún no vemos ni recibimos, hay poder en la oración y la acción de gracias, es uno de cerrojos que guarda nuestros corazones en paz, porque el verso continúa diciendo “y la paz de Dios que sobrepasa todo entendiendo, GUARDARÁ nuestros corazones y pensamientos en Dios”. Así que no le demos más vueltas, oremos, es una de las claves para caminar hacia la meta con paz en el corazón.

PERMANECER EN SU PALABRA: Juan 16:33 dice “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. Jesús había hablado con sus discípulos muchas palabras, muchas parábolas, había hecho milagros y les había dicho muchas cosas como por ejemplo que su tristeza se iba a convertir en gozo, les había dicho que Él había vencido al mundo, y por eso dice “todas estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz, porque cuando conocemos la palabra de Dios, no sólo de oídas, sino que la leemos, meditamos en ella, la leemos una y otra vez, la paz de Dios viene a morar en nuestro corazón y es el segundo cerrojo que cierra la puerta para que esa paz no se escape del corazón.

Cuando dejamos de leer la palabra, es muy fácil creer otras palabras, las voces del temor, de la incredulidad, de la falta de fe suben el volumen de una forma tan fuerte, que aquellas palabras de esperanza que un día llenaron nuestro corazón de paz se pierden y ya no se escuchan-

Atesoremos la palabra de Dios en nuestro corazón cada día, para tener paz y confiemos porque Él Señor ha vencido al mundo. ¡Él es nuestra paz en todo momento!

MANTENER MIS PENSAMIENTOS EN DIOS: Isaías 26:3 “Tú guardarás en completa paz, a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado”. Está es un arma infalible para guardar la paz de Dios en nuestro corazón, que nuestros pensamientos perseveren en Él. Perseverar es ser persistente, constante, insistente, que no se aparta, y pareciera un poco exagerado, pero nunca tendremos suficiente de Dios en nuestros pensamientos, nunca podremos decir tengo exceso de Dios en mi vida, porque siempre nuestro corazón necesitará más y más, por eso mismo, perseverar en El Señor es pensar en Él ahora, en un rato, en media hora, toda la tarde, el resto del día, antes de dormir, al despertar, al conducir, al caminar, al cocinar, al limpiar, al trabajar, no es una exageración, es que así debería ser nuestra vida, el problema es, ¿en qué pensamos?

Oramos quizás por la mañana, pero luego qué hay en nuestra mente el resto del día, ¿por qué perdemos la paz?, ¿por qué poco a poco ese fuego que el domingo sentimos en la alabanza en la iglesia, se apaga el domingo por la noche y no logra llegar al lunes? Es porque nuestros pensamientos se van volando, vuelan hacia nuestra realidad, nuestros problemas, nuestra rutina, nuestras peticiones no contestadas, vuelan y no permanecen en Dios.

Así que cuidemos en qué o en quién estamos pensando durante todo el día, recordemos que mientras más persevere nuestra mente en El Señor, en Su palabra, en lo que ha hecho por nosotros, podremos guardar nuestros corazones, porque Él ha prometido que guardará en completa paz, aquel cuyo pensamiento en Él persevera porque en él ha confiado.

Así que en nuestro camino hacia la meta, pidamos al Señor esa paz que el mundo no da ni entiende y para guardarla, oremos, permanezcamos en la palabra del Señor y que nuestros pensamientos sean constantes en Él, 3 cerrojos infalibles para cerrar la puerta y que la paz que El Señor no da y no deja, no se escape y podamos decir: Con paz en mi corazón, prosigo a la meta!


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