En nombre de Dios

En este artículo publicado por Protestante Digital, exploramos el nombre propio de Dios en la Biblia, considerado el único que le corresponde. Aunque tradicionalmente se ha utilizado el término «Jehová», existen controversias sobre su corrección lingüística y su asociación con ciertos grupos sectarios.

Algunos argumentan que «Yahveh» sería más apropiado, mientras que otros optan por simplemente usar «Señor», una práctica derivada del judaísmo.

El Antiguo Testamento, escrito principalmente en hebreo, presenta el nombre de Dios como un tetragrámaton, Y-H-W-H, con la peculiaridad de que las vocales se omiten en la escritura. Originalmente, los israelitas conocían la pronunciación correcta, pero por respeto religioso, solo los sacerdotes la utilizaban durante ciertas ceremonias.

Con el tiempo, el nombre dejó de pronunciarse y se sustituyó por «adonai» al leer la Biblia en voz alta. Durante el cautiverio babilónico, el arameo se convirtió en la lengua predominante, y la traducción al griego (la Septuaginta) utilizó «kyrios» como equivalente a «Señor».

La pronunciación exacta del tetragrámaton se perdió, y los masoretas añadieron vocales al texto hebreo para indicar la correcta. Sin embargo, la combinación resultante, «Jehová», es considerada artificial, y muchos eruditos favorecen la forma «Yahweh» por razones lingüísticas y evidencia histórica.

A lo largo de la historia, el nombre «Jehová» ha sido utilizado en contextos teológicos y literarios, especialmente en ramas del protestantismo. Sin embargo, a partir del siglo XIX, la preferencia por «Yahweh» ha ido en aumento entre los eruditos, respaldada por evidencia textual y lingüística.

Independientemente de la pronunciación precisa, el significado del nombre divino, derivado del verbo «ser», enfatiza la naturaleza eterna e inmutable de Dios. Esta idea se refleja en la respuesta de Dios a Moisés en Éxodo 3:13-15, donde se presenta como «Yo soy el que soy». En resumen, más allá de la controversia sobre la pronunciación, lo fundamental es comprender la esencia divina que el nombre representa. (Fuente Noticia: Protestante Digital)