¿Estamos preparados?
Escrito por Daniel Valuja el 13 de septiembre de 2023
La tecnología no permite saber cuándo se producirá un seísmo. Los científicos conocen las zonas de mayor riesgo, aunque los temblores se pueden dar también lejos de las grandes placas.
En 2012 seis científicos y un funcionario italianos fueron condenados a penas de seis años de cárcel por no haber previsto el terremoto que tres años antes destrozó la región de L’Aquila. Finalmente fueron absueltos, pero la acusación fue insólita, provocó la dimisión de cargos de la comisión que evalúa los grandes riesgos en el país y una gran preocupación entre los sismólogos porque, como reiteran cada vez que sucede una catástrofe semejante, es imposible predecir cuándo sucederá un gran terremoto. Ni el de Italia, de una magnitud de 6,3, en el que murieron alrededor de 300 personas, ni los dos de 7,8 y 7,5 que sacudieron Turquía y Siria a principios de año, ni ahora el de Marruecos, que en apenas unas horas tras la catástrofe lleva ya cientos de muertos contabilizados.
«Sabemos que los grandes terremotos están ligados, en el 90% de los casos, a grandes fallas y límites de placas bien conocidas, aunque eso no implica que no pueda haber seísmos importantes lejos de esas grandes estructuras. La naturaleza siempre nos sorprende», explicaba recientemente a este periódico José Morales, catedrático de Física de la Tierra del Instituto Andaluz de Geofísica y de la Universidad de Granada. Esto es lo que ha ocurrido en Marruecos, donde se ha dado un terremoto intraplaca, es decir, que se encuentra dentro de una placa tectónica y no en el borde.
Sea en los límites entre placas o dentro de ellas, predecir cuándo va a romper y liberar un gran terremoto es, por desgracia, imposible a día de hoy. «La Tierra es un medio dinámico y los procesos que tienen lugar en ella son complejos. Cada región tiene sus peculiaridades y hay muchas variables involucradas», señala Morales. «No hay ninguna herramienta que nos diga el día y la hora en la que va ocurrir«, subraya.
Los sismólogo cuentan con redes de GPS capaces de medir las deformaciones de la tierra provocadas por la tectónica de placas, incluso a resoluciones de milímetros. Con el tiempo, se puede conocer cómo se acumulan esas deformaciones y si una falla está ‘madura’, cercana a romperse y liberar un terremoto, pero ese proceso ocurre de forma muy lenta, puede durar centenares o incluso miles de años.
«En algunos sitios, como en Turquía, la deformación es muy rápida, de varios centímetros al año, pero somos incapaces de decir cuándo sucederá la ruptura«, dice el investigador. »No es fácil poder tener resultados de precisión, no es como la meteorología, con satélites que monitorizan la atmósfera en tiempo real y modelos muy sofisticados que hacen predicciones de tres a cinco días«, admite.
En el caso del terremoto de Marruecos era aún más difícil. Se trata de un terremoto inverso. Este tipo de sismos ocurren en zonas montañosas, sin avisar y donde se han borrado los indicios geológicos que indican que pueden producirse estas sacudidas, lo que hace que no se esperen, según explica Raúl Pérez López, geólogo de emergencias del Instituto Geológico y Minero de España (IGME).
También David Rothery, catedrático de Geociencias Planetarias de la Open University (Reino Unido), opina en declaraciones a SMC que la zona afectada en Marruecos era poco habitual: «Tuvo una magnitud de 6,8, y no ha habido ninguno mayor de 6,0 en un radio de 500 km del epicentro desde antes de 1900. Es probable que ni la población ni las autoridades civiles estuvieran bien preparadas para esto«.
Lo que sí puede hacerse con el conocimiento que tenemos es adoptar decisiones sobre las zonas en que sabemos que van a ocurrir grandes terremotos, como establecer redes de alerta y de información a la población para poder evacuar y minimizar las víctimas, y garantizar que las construcciones sean a prueba de sacudidas. (Fuente Noticia: ABC)