Exigen aceptación y discriminan

Escrito por el 21 de octubre de 2022

En Australia se ha pasado el Rubicón. Por primera vez, alguien ha perdido su trabajo no por algo que haya dicho o hecho, sino por la iglesia a la que pertenece.

El Essendon AFL es un equipo de fútbol sujeto a las reglas australianas. Con sede en Melbourne, cuenta con más de 80.000 miembros y es uno de los principales protagonistas de un deporte hermoso y lucrativo en Australia.

Hace unas semanas, nombraba un empresario local, Andrew Thorburn, como director ejecutivo. Duró un día en el puesto y la historia se resume mejor en el titular del Herald Sun: “El director ejecutivo del Essendon, Andrew Thorburn, ha dimitido tras revelarse su sorprendente vínculo con la iglesia”.

Fijémonos en el lenguaje. Se trata de un “vínculo de choque”, no con un club de striptease, ni con una casa de apuestas, ni con un escándalo de drogas, que apenas habría ocasionado que levantaran una ceja. Se trata de un vínculo de choque con una iglesia.

Ni siquiera era un vínculo con publicaciones “controvertidas” en las redes sociales (léase Israel Folau). El nuevo director general ha sido expulsado no a causa de algo que dijera o hiciera, sino simplemente porque está vinculado a una iglesia cristiana convencional que enseña la Biblia: es el presidente de su junta directiva.

Discriminación

En teoría, es ilegal discriminar a alguien por motivo de sus creencias religiosas. Pero, como ha admitido el presidente del club Essendon, “en los procesos de entrevistas no está permitido preguntar por las creencias religiosas de las personas”. “Va en contra de la ley. Pero lo que hicimos, tan pronto como nos enteramos, fue actuar”.

En otras palabras, una vez que comprobaron las creencias religiosas de Thorburn (o las de la iglesia a la que pertenece), decidieron discriminar y determinar que no era un candidato adecuado.

La junta directiva del Essendon ha declarado que esto no tenía nada que ver con las creencias religiosas y que el Essendon es un club donde todos son bienvenidos y respetados. Si el Essendon fuera realmente un club en el que todo el mundo es acogido y respetado, hubieran dado la bienvenida a Andrew Thorburn, pero al “actuar” sobre la base de las creencias de la iglesia de Thorburn, la junta del Essendon ha dicho a todos los musulmanes, católicos, evangélicos y otros que no son bienvenidos.

Solo se admitirá a aquellos que tengan creencias preaprobadas. Los que blasfemen contra las doctrinas “progresistas” serán convenientemente excomulgados. ¡Bienvenidos a la iglesia fundamentalista del despertar!

¿Cuáles son las creencias inaceptables de «City on A Hill»?

Al leer los medios de comunicación y escuchar al Primer Ministro de Victoria, Dan Andrews, uno podría pensar que ‘City on a Hill’ es una secta extremista del tipo de los bautistas de Westboro. En realidad, se trata de una iglesia anglicana evangélica convencional.

La prensa investigó y esto es lo que encontró en un sermón de 2013:

“Creemos que debemos ser una voz para los que no tienen voz, defender los derechos del bebé no nacido y estar a favor de la vida… La vida humana comienza en la concepción. Todas las mujeres y los hombres tienen un valor intrínseco y valen como imágenes de Dios. El aborto niega la voz de los más vulnerables”.

“El sexo está diseñado para el matrimonio y éste para cumplir el mandato de Dios de que los seres humanos ‘sean fecundos y se multipliquen’…. La lujuria es un pecado, el sexo fuera del matrimonio es un pecado, practicar la homosexualidad es un pecado, pero la atracción por el mismo sexo no es un pecado”.

Al igual que la Iglesia católica, la Iglesia ortodoxa, la Iglesia evangélica, los musulmanes y muchos otros, ‘City on a Hill’ sostiene que el aborto es malo y que el sexo fuera del matrimonio, incluida la homosexualidad, también lo es.

Presión política

El primer ministro Dan Andrews ha comentado, refiriéndose a ‘City on a Hill’: “Esas opiniones son absolutamente atroces. No apoyo esos pareceres; ese grado de intolerancia, esa clase de odio; el fanatismo no está bien”.

“Todos vosotros conocéis mi opinión sobre estas cosas. Ese tipo de actitudes son sencillamente erróneas, y disfrazarlas de otra cosa que no sea fanatismo es obviamente falso”.

El problema es que el Primer Ministro de Victoria se jacta de ser católico y envía a sus hijos a una escuela católica. Si cree que pertenecer a una Iglesia que desaprueba el aborto y la homosexualidad le descalifica para un cargo público (o incluso para ser director general de una empresa privada), ¿por qué no dimite inmediatamente? Después de todo, es miembro de una Iglesia que desaprueba el aborto y la homosexualidad.

Cuando Dan Andrews declaró que “ese tipo de intolerancia, odio y fanatismo está mal”, habló mejor de lo que sabía. Quiere prohibir el tipo equivocado de intolerancia, odio y fanatismo. Su tipo es perfectamente aceptable. La pregunta es entonces: si los cristianos no pueden ser directores generales, ¿pueden presentarse al parlamento, trabajar para el Gobierno o en los hospitales, las escuelas y la policía?

La nueva religión

La importancia de este acontecimiento es que marca el día en que Australia ha dejado de ser una sociedad tolerante y pluralista para convertirse en otra en la que no se permite participar plenamente en la sociedad civil a quienes se desvían de la nueva religión progresista.

Un periodista llegó a decir que no era posible ser dirigente de una organización pública si no se tenían creencias “progresistas”. Se trata de una nueva religión, que se ha apoderado en gran medida de las élites y las instituciones cívicas de nuestra sociedad. Y que tiene sus propios cazadores de herejías.

El periódico The Age volvió a expresarlo bien: “Las creencias personales de Thorburn podrían molestar al equipo de los Bombers en la AFLW, que predica la diversidad y la inclusión”.

Ellos “predican” la diversidad y la inclusión. La predican, pero no la practican.

 ¿Cómo deberíamos vivir entonces?

¿Quizás los cristianos podrían seguir el ejemplo del propio Andrew Thorburn? Cuando se le pidió que eligiera entre su trabajo y su iglesia, renunció a un salario que se creía  que era de 850.000 dólares (AUD) – más de 574.000 euros.

A pesar de ello, su respuesta ha sido amable, reflexiva, compasiva e inteligente:

“Sin embargo, hoy me ha quedado claro que mi fe cristiana personal no se tolera ni se permite en la plaza pública, al menos por algunos y quizás por muchos. Se me exigía un compromiso más allá de lo que mi conciencia me permitía. La gente debería poder tener puntos de vista diferentes sobre asuntos personales y morales complejos, y ser capaz de vivir y trabajar juntos, incluso con esas diferencias y siempre con respeto. El comportamiento es la clave. Todo esto es una parte importante de una sociedad tolerante y diversa”.

Algunos cristianos (incluidos, lamentablemente, varios líderes cristianos) pensarán que todo esto es una tormenta en una taza de té y si cerramos los ojos, todo desaparecerá.

Otros piensan que esto no afecta realmente a los cristianos de a pie. Pero pienso en los jóvenes de una conferencia en la que hablé en Victoria que me dijeron ‘no puedes decir eso, aquí vas a la cárcel por decirlo’. O en el joven profesor católico que pensaba que era una violación de la ley enseñar la doctrina católica. ¡Imagina eso!

Figúrate una democracia liberal occidental en la que los jóvenes piensan que están infringiendo la ley si enseñan la Biblia y los profesores católicos piensan que no se les permite educar en la doctrina católica.   

Como cristianos, tenemos que hablar y desafiar esta intolerancia.

También debemos orar por y contra líderes como Dan Andrews. Imploramos a Dios para que, como en el caso de Saulo, cambie sus corazones, haga que se arrepientan y se vuelvan más bondadosos, amorosos y tolerantes.

Y oramos para que Él frene el brazo de los hombres malvados y para que tengamos paz para proclamar y vivir el Evangelio. Que Él nos proteja, nos guíe y nos anime a todos a ser tan fieles como Andrew Thorburn, para que seamos realmente una ‘Ciudad sobre una Colina’.


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