Guardo mi corazón (2ª parte)

Escrito por el 20 de enero de 2022

Estamos hablando acerca de esas situaciones o cosas que pueden hacer que en nuestro camino hacia la meta, nos estorben, nos hagan detener o sean un obstáculo para que lleguemos a esa eternidad con El Señor.

Y una de ellas es el corazón ya que El Señor dice que guardemos nuestro corazón porque de él mana la vida, la palabra nos da muchas escrituras acerca de cómo y por qué debemos guardar nuestro corazón, ya que es un deber, como el que cuida un tesoro, el guardar el corazón y no permitir que sea contaminado, corrompido o sea quebrantado.

Dios ha creado todas las cosas, el cielo, la tierra, el universo, el mar, las estrellas y al hombre, El es dueño de todo y todo le pertenece, sin embargo en el libro de Proverbios 23:26 dice «Dame, hijo mío, tu corazón, Y miren tus ojos por mis caminos”, esto nos lleva a reflexionar que el corazón es nuestro y somos nosotros quienes voluntariamente lo damos al Señor.

El corazón es engañoso, el corazón nos puede hacer caer, nuestro corazón dice la escritura que es perverso y nadie lo conoce realmente solamente aquel que lo ha creado. Cuando le damos el corazón al Señor lo entregamos a Él, ponemos a su disposición nuestra voluntad y nuestra alma, todo lo que somos, pero debemos estar seguros que en ningún otro lugar nuestro corazón estará más seguro y más a salvo.

Así que para guardar nuestros corazones vamos recordar hoy 3 escrituras que nos enseñan cómo cuidar ese corazón que Dios nos ha dado, qué hacer con él, cómo protegerlo.

AMAR A DIOS CON TODO EL CORAZÓN: Marcos 12:30 dice: “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.

Para guardar el corazón debemos amar a Dios con todo lo que hay en él, no es que le demos un lugar a Dios en nuestro corazón, sino que Él sea el centro, cuando amamos a Dios con todo nuestro corazón, somos transformados por él, Dios puede obrar en nuestro interior, él puede dirigir nuestro corazón, puede llevarnos a tomar las mejores decisiones y a caminar en los caminos que a él le agradan. Así que para guardar nuestros corazones lo primero que debemos hacer es AMAR A DIOS CON TODO EL CORAZÓN.

AMAR LA PUREZA DE CORAZÓN: Proverbios 22:11 dice «El que ama la pureza de corazón tiene gracia en sus labios, y el rey es su amigo.» Estuve leyendo que los diamantes son piedras preciosas que se forman durante miles de años bajo una enorme presión y a temperaturas muy elevadas. Este proceso, según los expertos, deja en ellos inclusiones o marcas internas que mostrarán el grado de pureza. Cada diamante tiene un «mapa de pureza», que es único e irrepetible, el cual lo distingue de los diamantes falsos.

Si comparamos nuestro corazón a un diamante podríamos decir que nosotros también tenemos un gran valor en nuestro interior, también somos sometidos a grandes presiones y grandes pruebas de fuego, pasamos por procesos difíciles y complicados que van dejando pequeñas marcas internas que nos hacen únicos e irrepetibles.

A través de las pruebas, los desiertos, las presiones que diariamente vivimos, nuestro corazón va ganando pureza y va quedando fuera la falsedad, cuando tenemos pureza de corazón, tenemos gracia en nuestros labios al hablar. Hay personas que abren su boca y no hay nada bueno que salga de allí, no suman nada la vida de los demás, sin embargo los corazones probados como los diamantes, tienen su mapa de pureza interna, hablan con gracia porque cada presión vivida, cada golpe sufrido, va dejando una huella de pureza imborrable que hace que por sus labios salen palabras sabias, de consuelo, de amor, de compasión y esto hace, como dice la escritura, que el rey sea su amigo, la relación con nuestras autoridades mejora, cuando hay pureza en nuestro corazón y no doblez de ánimo.

TENER UN CORAZÓN CONFIADO EN DIOS: El Salmo 112:7 dice: “No tendrá temor de malas noticias; Su corazón está firme, confiado en Jehová. Un corazón firme, es un corazón inconmovible, que no se dobla, no se quiebra, no se tambalea, ni se derrumba, la única forma de lograr esto, es tener UN CORAZÓN CONFIADO EN DIOS.

La desconfianza nos lleva al temor y el temor a la duda y la incertidumbre con muchas preguntas ¿y qué pasará? ¿Cuál será la nueva batalla que tengo que enfrentar? ¿Y si pierdo lo que tengo? ¿Y si no alcanzo lo que sueño? ¿Y si enfermo? ¿Y si pierdo un ser querido? ¿Y si fracaso? ¿Y si me quedo solo? ¿Y si soy engañado o traicionado? ¿Y si muero? Cuántos temores de malas noticias pueden anidar en nuestro corazón, pero la única forma de mantenerse firme y no tambalear, es tener un corazón confiado en Dios.

El corazón confiado en Jehová como primera cosa, no tendrá temor de malas noticias, será capaz de actuar de una forma perfecta en cualquier situación que enfrentemos. La confianza es una certeza sobre la conducta futura del otro, por eso cuando confiamos en El Señor estamos seguros, que sea cual fuere la situación, Él hará lo mejor por nosotros. Un corazón confiado en Dios también es un corazón que tiene relación con Él, no se puede confiar en alguien con quien nunca hablamos, a quien no conocemos, alguien lejano y apartado de nosotros. La confianza en El Señor nace de nuestra comunión con Él, la seguridad en Dios es fruto del tiempo que pasamos en Su presencia.

Así que sobre toda cosa guardada, guardemos nuestro corazón, cómo podemos cuidarlo amando a Dios con todo el corazón, no con una pequeña parte, sino con TODO. Segundo amemos la pureza de corazón, dejemos que cada presión que vivimos, cada prueba que pasamos, cada golpe que sufrimos, deje una huella imborrable que perfecciona nuestra vida y hace que nuestro corazón cada vez sea más puro y sin doblez de ánimo. Y por último tengamos una relación cercana con El Señor. que nos lleve a tener un corazón firme y confiado en Jehová, que no tiene temor de malas noticias sino que confía en Él sobre todas las cosas.

Ese es el corazón que El Señor quiere que tengamos un corazón que con libertad le entregamos en Sus manos porque es el mejor lugar donde puede estar. Guardemos nuestro corazón en las manos del Señor y prosigamos hacia la meta.


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