Haciendo un compromiso de santidad (1ª parte)
Escrito por Sully de Barra el 22 de junio de 2023
Durante varias semanas estamos hablando del compromiso, una promesa que hacemos en donde decidimos voluntariamente hacer algo y llevarlo a cabo, sin excusa ni pretexto eso es comprometerse, y en nuestra vida cristiana hacemos muchos compromisos conforme vamos adquiriendo madurez y buscamos cada día agradar más al Señor.
Hoy vamos a hablar de uno de los compromisos más importantes que como cristianos debemos hacer y uno de los que más lucha tendremos para cumplir y es la SANTIDAD, porque es la esencia del cristiano, una vida de santidad que no basta un día o un momento, es una constante de vida hasta el último de nuestros días.
La palabra Santidad la encontramos en varios pasajes de la Biblia, sin embargo en nuestros tiempos no es común hablar de santidad, ser santos y santificarse. Muchas personas consideran la santidad como algo mistico, fuera de lo normal o algo de otros tiempos, pero la palabra dice claramente en presente en 1 Pedro 1:16 “porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.” La palabra santificarse posee dos significados el primero ser santificado es ser apartado, guardado, separado para Dios y el segundo es guardarse santo en conducta, pensamientos, alma y corazón.
Uno de los atributos de Dios es la santidad, Él es santo, en nosotros la santidad es vivir, estar y ser apartados para el Señor, separados del mundo, dedicados para Él. Hacer un compromiso para vivir en santidad es cerrar toda puerta al pecado, porque no se puede mezclar el uno con el otro.
Para ejemplificar físicamente lo que es la santidad pensemos el agua y el aceite, muchos estudios han demostrado que el agua disuelve más sustancias que cualquier otro líquido, pero hay un grupo de sustancias que el agua aborrece y hasta rehuye inevitablemente: los aceites. El agua no se acerca a una gotita de aceite para humedecerla, porque la rechaza. Esto se debe a que en su interior el agua está formada por sustancias químicamente llamadas polares y el aceite es todo lo contrario, está formado por sustancias no polares. El aceite flota sobre el agua y por mucho que lo agitemos, el aceite vuelve a formar gotitas sin mezclarse absolutamente con el agua y pronto vuelve a ponerse como una capa sobre ella, No hay posibilidad de mezclarlos y volverlos uno.
Esta explicación química entre el agua y el aceite tiene mucha similitud a lo que es el pecado y la santidad, el pecado podría ser como el agua, que puede disolver, penetrar y perjudicar a cualquier persona, robando, matando y destruyendo su vida, ya que el pecado roba la bendición y abre la puerta para que el enemigo de nuestras almas pueda entrar y hacerse dueño y señor de una vida en poco tiempo. La santidad podría ser como el aceite, no hay nada santo que se mezcle con el pecado, no hay media santidad y no hay un poco de santidad, porque no hay cabida para mezclar estas dos formas de vida. No hay partes pequeñas cuando se trata de pecado, nuestro corazón debe ser radical.
Vivir en santidad en este camino hacia la meta es una forma de vida continua constante, porque hay una línea muy fina entre vivir una vida santa y una vida que se aparta de Dios poco a poco.
Para poder hacer un compromiso de santidad vamos a reflexionar en varias cosas que la palabra de Dios nos habla y exhorta para vivir en un camino santo y que agrada a Dios.
ABSTENERSE DE TODA ESPECIE DE MAL: 1 Tesalonicenses 5:22-23 dice “Absteneos de toda especie de mal. Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.” Abstenerse es privarse de hacer algo y con voluntad propia no hacerlo, aunque no sea prohibido. La palabra nos anima a tomar la decisión de abstenernos de toda especie de mal, toda especie de mal es todo tipo de cosas que puedan traer contaminación a nuestra vida, hacer un compromiso de santidad con El Señor es estar y vivir en alerta de nuestra propia alma para que nada nos contamine, recordemos que con la frecuencia que veamos algo malo, como bueno, nuestros patrones de pensamiento irán cambiando hasta que esas cosas que antes las consideramos como algo malo, las comenzamos a considerar como algo que “no para tanto”, algo que “es normal en este tiempo”, o lo peor, ver algo de forma indiferente y que ya no nos cause ningún rechazo, como por ejemplo si vemos continuamente imágenes en series, películas, noticias, etc. de una vida de pecado, finalmente eso se irá convirtiendo en algo que “no es tan malo” y finalmente no lo veremos, cerraremos nuestros a la santidad y quedarán expuestos al pecado y a considerarlo como algo normal. Estemos alertas si queremos hacer un compromiso de santidad con Dios, debemos abstenernos de toda especie de mal.
SIN SANTIDAD NADIE VERÁ AL SEÑOR: Hebreos 12:14 dice “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.” Todo el tiempo estamos anhelando ver la mano de Dios sobre nuestras vidas, ver su respaldo en todo lo que hacemos y esta palabra dice que “sin santidad, nadie verá al Señor”, pero si vivimos en ella, si que le veremos.
Viviendo en santidad, veremos al Señor en la eternidad, pero también veremos al Señor aquí en la tierra, en nuestro día a día, en cada cosa que hacemos, veremos Su respaldo, veremos Su mover en nuestra vida y aunque vengan problemas, tropiezos y días en los que tengamos grandes batallas, siempre miraremos al Señor haciendo maravillas y grandes proezas por nosotros. Anhelamos ver al Señor en nuestra vida? vivamos una vida santa, le veremos hasta en el más mínimo detalle en nuestro diario vivir, porque es una promesa que la santidad permite que veamos al Señor en todo.
Que importante es vivir en santidad! Y muchas veces qué poco valor le damos, seamos fieles al Señor, apartemos voluntariamente nuestras vidas para Él, dediquemos nuestras horas libres y ocupadas para El Señor, todo cuenta cuando se desea vivir una vida santa. Hagamos un compromiso de vivir en Santidad y prosigamos hacia la meta.
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