¿Qué hago?
¡Egocentrismo puro! ¡Egoísmo perfecto! Pero me pregunté: Que le contestaría al Señor en el Día del Juicio sobre lo que hice en estos tiempos tan complejos? Y entonces advertí la magnitud de mi error, de solamente haberme dado Amor a mí mismo, olvidando que Jesús nos mandó también a amar al prójimo con la misma intensidad.
También me pregunté: Cómo he ayudado y cuidado a mi esposa? Cuánto tiempo le dediqué a mis hijos? Cómo he cuidado a mi familia? Demasiadas preguntas con pobrísimas respuestas.
Hoy he comenzado a ayudar a mi esposa, a cuidar a mis hijos, a llamar a mis padres, a comunicarme con mis amigos, mis compañeros y hasta a quienes no forman parte de mis relaciones preferidas.
Si el Señor me pregunta qué hago, tendré otras respuestas.