La palabra bendecir tiene que ver con hablar bien de otro. Un creyente maduro espiritualmente no debe hablar mal de nadie, solo bien y si no tiene nada bueno que decir mejor callarse.
«...No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. 10 Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe…» (Gálatas 6:9-10)
El Señor vendrá inesperadamente, de repente, sin avisar, «como ladrón en medio de la noche». De ahí la importancia de estar siempre preparados, para que la nueva venida del Señor no nos sorprenda.