No se quiere reconocer a Dios

Escrito por el 26 de enero de 2023

El núcleo interno de la Tierra -una esfera compuesta eminentemente por hierro fundido a miles de kilómetros de profundidad y a una temperatura superior a la del Sol- se ha frenado y podría haber comenzado a girar en sentido contrario al de la superficie del planeta. Parece sacado de una novela de ciencia ficción, pero es el resultado de un estudio publicado este lunes en la revista Nature Geoscience, que señala algunas de las posibles implicaciones de este cambio: acortamiento de los días en unas fracciones de segundo y cambios en el campo magnético.

Se trata de las conclusiones de un estudio llevado a cabo por los investigadores Yi Yang y Xiaodong Song, del Instituto de Geofísica Teórica y Aplicada de la Universidad de Pekín (China), en el que han tratado de arrojar algo de luz a una de las grandes incógnitas de la ciencia: la composición del interior de la Tierra y sus dinámicas.

El núcleo es la capa más profunda y pesada de la Tierra y está dividida en dos secciones: una externa, fluida, de los 2.900 a los 5.100 kilómetros, y otra más interna, que llega al centro de la esfera, a los 6.370 km. Es la zona más comprimida y, por eso, sus materiales son los más densos: ocupa el 16% del volumen terrestre y representa un 32% de su masa. Sobre esta capa se encuentra el manto, que es la parte más gruesa y constituye el 82% del volumen del planeta, y por encima se sitúa la corteza, el área más exterior y delgada.

El núcleo interno sólido, impulsado por el campo magnético generado en el externo, no está rígidamente unido al resto de la Tierra porque la capa que lo envuelve es líquida. Así, esta parte más profunda no gira acompasada con las otras secciones del planeta, que se van frenando por el movimiento de las mareas y el alejamiento de la Luna, sino que lo hace un poco más rápido. Sin embargo, estos científicos chinos han descubierto que se ha frenado y podría haber comenzando a invertir su sentido de rotación.

Estudio de las ondas sísmicas

Estudiar el interior del planeta resulta tremendamente complejo, por su profundidad y por sus condiciones extremas, por lo que la incertidumbre sobre los detalles es inmensa. «Con los sondeos, no se ha podido profundizar más de 15 km. Se sabe más de planetas que están a millones de kilómetros», explica Manuel Regueiro, presidente del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos (ICOG). Sin embargo, la sismología es una técnica alternativa que ayuda avanzar en este conocimiento.

Es precisamente este método el empleado por Yang y Song en su trabajo: analizaron las ondas sísmicas de terremotos casi idénticos que han atravesado el núcleo interno de la Tierra siguiendo trayectorias similares desde la década de 1960. Descubrieron que, desde 2009 aproximadamente, las trayectorias que antes mostraban una variación temporal significativa han experimentado pocos cambios, lo que sugiere que la rotación del núcleo interno se ha frenado.

Los autores constataron que este comportamiento de las ondas sísmicas puede estar asociado a una inversión de la rotación del núcleo interno como parte de una oscilación de siete décadas, con un punto de inflexión previo ocurrido a principios de los 70.

«Han analizado una serie pequeña de datos y han sacado la conclusión teórica de que cada 70 años se produce una parada del giro del núcleo interno y cambio de dirección»

«Han analizado una serie pequeña de datos y han sacado la conclusión teórica de que cada 70 años se produce una parada del giro del núcleo interno y cambio de dirección. Si esto es así, es evidente que hace muchos años que se produce esa parada y no ha pasado nada. La mayoría de científicos consultados opinan que es una teoría interesante, pero que para demostrarlo necesitaran diez años», detalla Regueiro.

¿Qué consecuencias puede tener?

Esta variación, señalan los autores, se correlaciona con cambios en las observaciones geofísicas en la superficie de la Tierra, como el campo magnético y la duración del día. De hecho, las jornadas se están acortando unas fracciones de segundo desde hace unos años sin que nadie sepa por qué.

Y profundizan: «Estas observaciones aportan pruebas de interacciones dinámicas entre las capas de la Tierra, desde el interior más profundo hasta la superficie, debidas potencialmente al acoplamiento gravitatorio y al intercambio de momento angular (una magnitud física que representa la cantidad de movimiento de rotación de un objeto) desde el núcleo y el manto hasta la corteza», concluyen los autores.

«Son teorías interesantes, pero no han demostrado que eso cause nada. ¿Dónde están esos efectos, si esto es una cosa que se produce cada 70 años? No va a haber ningún Armageddon»

Por su parte, el presidente del ICOG se muestra prudente: «Son teorías interesantes, pero no han demostrado que eso cause nada. ¿Dónde están esos efectos, si esto es una cosa que se produce cada 70 años? No va a haber ningún Armageddon. Yo creo que puede ser posible, no vamos a decir que no, aunque pienso que les faltan datos. Lo que me parece interesante es ligar esto al cambio de polaridad del campo magnético, que cambia cada x miles de años y es una cosa que no se ha hecho».


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