¿Qué dice la Biblia sobre la mayordomía?

Escrito por el 20 de octubre de 2023

Para descubrir lo que la biblia dice acerca de la mayordomía comencemos con el primer versículo: «En el principio creó Dios los cielos y la tierra» (Génesis 1:1). Como el creador, Dios tiene derechos absolutos de propiedad sobre todas las cosas, y pasar por alto eso iniciando aquí, es como si el botón superior de la camisa o blusa no estuviera en el sitio correcto; así, nada volverá a alinearse. Ninguna otra cosa en la biblia, incluyendo la doctrina de la mayordomía, tendrá sentido o alguna verdadera importancia si echamos de menos el hecho de que Dios es el creador y tiene todos los derechos de propiedad. Es a través de nuestra capacidad de comprender esto plenamente y arraigarlo en nuestros corazones que podemos entender la doctrina de la mayordomía.

La doctrina bíblica de la mayordomía define la relación del hombre con Dios. Identifica a Dios como el dueño y al hombre como el administrador. Dios convierte al hombre en su colaborador para administrar todos los aspectos de nuestra vida. El apóstol Pablo lo explica mejor diciendo, «Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios» (1 Corintios 3:9). A partir de este concepto, podemos ver con precisión y correctamente valorar no sólo nuestras posesiones, sino, lo que es más importante, la propia vida humana. En esencia, la mayordomía define nuestro propósito en este mundo que Dios mismo nos ha asignado. Es nuestra oportunidad dada por Dios el unirnos a él en su mundo y en el mover redentor eterno (Mateo 28:19-20). La mayordomía no se refiere a que Dios toma algo de nosotros, es su método de derramar sus abundantes dones a su pueblo.

En el nuevo testamento, dos palabras griegas representan el significado de la palabra «mayordomía». La primera palabra es epitropos, que significa «administrador, capataz o mayordomo». Desde el punto de vista del gobierno, significa «gobernador o procurador». A veces se usa en el nuevo testamento para referirse a «guardián», como en Gálatas 4:1-2: «Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre». La segunda palabra es oikonomos. También significa «mayordomo, gerente o administrador» y ocurre con mayor frecuencia en el nuevo testamento. Dependiendo del contexto, a menudo se traduce «dispensación, mayordomía, gerencia, organización, administración, orden, plan o formación». Se refiere principalmente al orden o a la administración de un hogar o de los asuntos domésticos.

Especialmente en los escritos de Pablo, la palabra oikonomos recibe su pleno significado en lo que él ve como su responsabilidad de predicar el evangelio como una comisión dada por Dios (1 Corintios 9:17). Pablo hace referencia a que su llamado proviene de Dios, y este llamado es la administración (mayordomía) de la gracia de Dios para un ministerio del misterio divino revelado en Cristo (Efesios 3:2). En este contexto, Paul está presentando a Dios como el maestro de una gran familia, administrándola sabiamente a través de Pablo como el siervo obediente del señor Jesucristo.

Algo que también es importante en lo que Pablo está diciendo, es que una vez que somos llamados y colocados en el cuerpo de Jesucristo, la mayordomía que se requiere de nosotros no es resultado de nuestro propio poder o habilidades. La fortaleza, la inspiración y el crecimiento en la administración de nuestras vidas, debe venir de Dios a través del Espíritu Santo en nosotros; de lo contrario, nuestro trabajo es en vano y el crecimiento en la mayordomía es arrogante y meramente humano. Por consiguiente, debemos recordar siempre la única fuente de nuestra fortaleza en agradar a Dios: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Filipenses 4:13). Pablo también dice, «Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo» (1 Corintios 15:10).

La mayoría de las veces, cuando pensamos en una buena mayordomía, lo hacemos en cuanto a cómo administramos nuestras finanzas y nuestra fidelidad en dar los diezmos y ofrendas. Pero en la medida que empezamos a ver, es mucho más que eso. De hecho, es algo más que simplemente la administración de nuestro tiempo, nuestras posesiones, nuestro ambiente o nuestra salud. La mayordomía es nuestro testimonio obediente a la soberanía de Dios. Es lo que motiva a los seguidores de Cristo a ser activos, haciendo obras que manifiestan su fe en Jesús. La mayordomía de Pablo consistía en proclamar lo que le fue encomendado, la verdad del evangelio.

La mayordomía define nuestra obediencia práctica en la administración de todo lo que está bajo nuestro control, todo lo que se nos ha confiado. Es la consagración de nuestra propia vida y de nuestras posesiones al servicio de Dios. La mayordomía reconoce en la práctica que no tenemos el derecho de controlarnos a nosotros mismos o controlar nuestras propiedades, Dios tiene ese control. Esto significa que como administradores de Dios, somos administradores de lo que pertenece a Dios, y estamos bajo su permanente autoridad mientras administremos sus asuntos. Una mayordomía fiel significa que reconocemos plenamente que no somos dueños sino que pertenecemos a Cristo, el señor, quien se dio a sí mismo por nosotros.

La pregunta final, entonces, es la siguiente: ¿Soy yo el señor de mi vida, o es Cristo el señor de mi vida? En esencia, la mayordomía expresa nuestra total obediencia a Dios y a nuestro señor y salvador Jesucristo.


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