Recibo de Dios en los valles (2ª parte)

Escrito por el 3 de marzo de 2022

En los valles prosigo a la meta, porque todos pasamos por valles, esos lugares llanos, donde debemos descender de cuando en cuando, donde Dios se manifiesta con poder y donde vemos Su mano.

La semana pasada recordamos que los valles, Dios los usa para que podamos depender completamente de Él, también para que enfrentemos nuestros gigantes y para conocer lo que es el verdadero gozo de Dios.

Los valles son esos lugares bajos, donde no hay mayor escapatoria, donde estamos a campo descubierto, dónde estamos expuestos y somos más vulnerables, todos queremos andar por lugares altos, pero nos cuesta mucho caminar por lugares bajos, en terrenos profundos, escabrosos, llenos de incertidumbre, porque en medio de todo no sabemos cómo llegaremos al otro lado y cómo volveremos a estar en un lugar alto.

Pero debemos recordar que en estos valles está El Señor con nosotros, la escritura dice en Cantares 2:1 «Yo soy la rosa de Sarón, Y el lirio de los valles.” Un lirio es una flor hermosa que florece en los valles, no importa el lugar, da su color, su aroma, su belleza, el lirio en muchos lugares se simboliza como la flor de la felicidad, algo tan especial en lo que podemos ver que en medio de los valles está El Señor, como un lirio, para darnos su color, su aroma, su belleza y devolvernos el gozo en medio del dolor.

Y hoy hablaremos de algunos valles por los que algunos ya hemos pasado, quizás los iremos a pasar, pero que son parte de nuestro caminar en Cristo, sin que perdamos la visión y pensemos que allí nos quedaremos para siempre, solo es cuestión de cruzarlos y salir mucho mejor que cuando entramos, porque en los valles también podemos recibir:

VALLE PARA RECIBIR ESPERANZA: Ezequiel 37:1-2 dice “La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos. Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera.”

El valle de los huesos secos es como un desierto de sequedad, donde no había vida, solo destrucción, es un valle por el que no es grato pasar, tenemos tiempos de sequedad espiritual, donde nada fluye, nada avanza y pensamos que allí nos vamos a quedar, que no hay nada más que ver lo mismo, pero en ese valle, Dios hace crecer carne, tejidos y piel, y sopla con su espíritu de los cuatro vientos y estos huesos vuelven a tener vida. En este valle recibimos esperanza, es como un antes y un después.

La escritura dice más adelante en Ezequiel 37:11 “Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos.” Podemos tener tiempos de valles de huesos secos, donde la esperanza perece y perdemos la perspectiva, la ilusión por lo nuevo, la fe y nos cubre la desesperanza. En ese valle no seremos destruidos, sino que Dios nos lleva a descender allí para traer un avivamiento, que la llama vuelva encenderse, porque no hay nada que perezca que DIos no pueda volver a hacer reverdecer y soplar trayendo una nueva esperanza de vida. En el valle de la sequedad RECIBIMOS ESPERANZA.

VALLE PARA RECIBIR PRESENCIA DE DIOS: El Salmo 23:4 dice “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo”. Todos conocemos este valle como el valle de sombra de muerte, pero no es el valle de la muerte, es el valle donde Dios quita el temor de nosotros y hace ver más que nunca su presencia en nuestra vida. Los valles de sombra de muerte, son esos valles donde perdemos algo que es valioso para nosotros, quizás la vida de un ser querido, pero no solamente eso, a veces pasamos por esos valles donde se muere un sueño, se muere una ilusión, se muere una oportunidad, donde puede morir una visión, pero es allí en ese valle donde Dios nos libera del temor, porque es difícil ver morir algo que mantenía una llama encendida en nosotros, y es allí en ese valle donde está nuestro pastor y podemos decir NO TEMERÉ PORQUE TÚ ESTARÁS CONMIGO.

La muerte de algo da temor en sí, pero es el valle que EL Señor cruza con nosotros, como un pastor, infundiendonos aliento, con vara y cayado hasta llegar al otro lado, porque ese valle de sombra de muerte, no es para morir, sino para cruzarlo y volver a subir. En el valle de sombra de muerte RECIBIMOS SU PRESENCIA.

VALLE PARA RECIBIR LA PROMESA DE VICTORIA: Jueces 7:8-9 dice “El campamento de Madián estaba situado en el valle, más abajo del de Gedeón. Aquella noche el Señor le dijo a Gedeón: «Levántate y baja al campamento, porque voy a entregar en tus manos a los madianitas”, en esta historia anteriormente, Dios había dicho a Gedeon que redujera su ejército y se quedó únicamente con 300 hombres, ante un ejército oponente que era una gran multitud, pero Dios no quería que pelearan en sus propias fuerzas, sino en las de Dios y así le manda a descender al Valle de Madián donde estaba el campamento de los madianitas, para darle una promesa de victoria, Gedeón escucha una conversación tan sencilla entre dos amigos, pero que sino hubiese descendido a ese valle, no la habría escuchado y era la promesa que El señor iba a entregar en sus manos a ese ejército, con esa seguridad salió del valle, volvió a su campamento y ánimo a su ejército de 300 hombres y con esa certeza, hicieron lo que Gedeon les dijo y el ejercito de los madianitas fue confundido y se mataron entre sí.

El valle al que Gedeon descendió fue para recibir una promesa de victoria. En el valle Dios nos da promesas de victoria, nos alienta y nos habla para hacernos saber que vamos salir vencedores, que no seremos derrotados, si pasamos por este valle, debemos de saber que hay una victoria prometida, aunque nuestros ojos aún no puedan verla. En el valle de nuestros enemigos, RECIBIMOS UNA PROMESA DE VICTORIA.

Nadie de nosotros queremos pasar por los valles, pero si quitamos nuestros ojos de la realidad y abrimos nuestros ojos de la fe, vamos a descubrir que los valles son preparados por Dios para enseñarnos grandes lecciones, para acercarse más a nosotros como ese lirio de los valles, para hablarnos, para reverdecer nuestra vida y llenarnos de esperanza. No hay valle que pasemos que no sea utilizado por Dios para hacer algo nuevo en nosotros. En todo valle recibimos algo especial que viene de Dios y que en nuestro camino hacia la meta, nos servirá para avanzar más seguros, para que tengamos más madurez y conozcamos al Dios al que servimos.

Así que no tengamos dudas, con fe y sin desmayar, en los valles prosigamos a la meta!


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