Represión brutal
Escrito por Daniel Valuja el 11 de septiembre de 2024
Los talibanes en Afganistán han ratificado una nueva ley para la «Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio», que endurece significativamente las restricciones sobre la vida pública, especialmente para las mujeres. Esta ley, compuesta por 35 artículos, fue aprobada por el Emirato Islámico de Afganistán, el régimen talibán de facto, y representa una de las interpretaciones más estrictas de la ley islámica (sharia) en el mundo actual.
Entre las medidas más controvertidas, se incluye la prohibición del sonido de la voz de la mujer en público, que se considera una falta contra la modestia. Esto implica que las mujeres no pueden hablar en alto, cantar, recitar o usar micrófonos en espacios públicos, lo que las silencia prácticamente por completo en la esfera pública. Además, la ley obliga a todas las mujeres a cubrirse el rostro y el cuerpo para evitar “causar tentación”, reforzando el uso obligatorio del velo integral o hiyab.
La normativa también impone restricciones severas a los hombres, como la prohibición de usar corbata, afeitarse o recortar la barba por debajo de la longitud de un puño, y de peinarse de ciertas maneras, considerándolo una violación de la ley islámica. Para los conductores, está prohibido transportar a mujeres adultas sin un tutor masculino legal, lo que dificulta aún más la movilidad y libertad de las mujeres.
El Ministerio para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio, encargado de la aplicación de estas normas, tiene la responsabilidad de «ordenar el bien y prohibir el mal», según el portavoz del Ministerio de Justicia. La ley también busca evitar que la población participe en prejuicios étnicos, lingüísticos y regionales, aunque sus provisiones refuerzan una visión altamente discriminatoria y restrictiva.
En cuanto a los medios de comunicación, la ley prohíbe mostrar imágenes de seres vivos y difundir cualquier contenido que pueda ser interpretado como humillante o insultante hacia los musulmanes, obligándolos a seguir las normas estrictas de la sharia. La implementación de esta ley tiene como objetivo uniformar y endurecer las reglas ya impuestas desde que los talibanes retomaron el poder hace tres años.
El enfoque de esta legislación se basa en la escuela de jurisprudencia islámica Hanafi, aunque los analistas señalan que los talibanes aplican una versión mucho más rígida y fundamentalista de esta doctrina. Para los líderes talibanes, la implementación de la sharia y el hiyab son «líneas rojas» no negociables, lo que evidencia su determinación de controlar la moral y la conducta pública mediante un estricto código de comportamiento.
Esta ley no solo reafirma la postura ultraconservadora de los talibanes, sino que también formaliza las restricciones impuestas a las mujeres y la vida pública, marcando un retroceso significativo en los derechos humanos y libertades fundamentales en Afganistán.