La experiencia de sentirte roto por dentro es una vivencia profundamente humana que muchos han experimentado en momentos de gran estrés o dificultad. Un ejemplo bíblico claro de este sentimiento se encuentra en la vida del profeta Elías.

En 1 Reyes 19, encontramos a Elías después de haber realizado grandes hazañas, incluyendo la confrontación con los profetas de Baal y la llamada de fuego del cielo. Sin embargo, a pesar de estos logros, Elías se siente abrumado y aterrorizado cuando la reina Jezabel amenaza con matarlo. Huye al desierto, se sienta debajo de un árbol y, en su desesperación, le pide a Dios que le quite la vida, diciendo: «Basta ya, oh Señor, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres» (1 Reyes 19:4).

Elías se siente roto, agotado y sin esperanza. Sin embargo, en este momento de vulnerabilidad, Dios responde de una manera compasiva y práctica. Envía un ángel para que lo alimente y le diga que descanse. Elías come, bebe y duerme, y luego el ángel lo toca nuevamente y le da más comida, diciendo: «Levántate y come, porque el largo camino te espera» (1 Reyes 19:7).

Después de este tiempo de descanso y restauración, Elías es capaz de continuar su viaje y, finalmente, tiene un encuentro con Dios en el monte Horeb. Dios no solo le proporciona el descanso físico que necesita, sino que también le ofrece una nueva perspectiva y propósito.

Este relato subraya la importancia de reconocer nuestras limitaciones humanas y la necesidad de descanso y recreación. Elías, a pesar de ser un gran profeta, experimentó un momento de ruptura, pero fue en ese momento de descanso y renovación que encontró la fuerza para seguir adelante. Este ejemplo bíblico nos recuerda que está bien tomarse un tiempo para descansar y recargar fuerzas, y que incluso en nuestros momentos más oscuros, hay esperanza y restauración disponibles.


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