Salmos: Capítulo 19 – Errores ¡No falles!

Escrito por el 8 de febrero de 2023

El hombre sabio lee el libro del mundo y el libro de la Palabra como dos volúmenes de la misma obra y piensa respecto a ellos: «Mi Padre escribió los dos.»

Este Salmo forma un contraste perfecto con el Salmo 8, evidentemente compuesto por la noche, y debería leerse en relación con él, ya que es probable que fuera escrito aproximadamente al mismo tiempo, y los dos son cánticos de alabanza derivados de los fenómenos naturales, y por tanto apropiados de modo peculiar a la vida rural o pastoral.

Así como Aristóteles tenía dos clases de escritos, unos llamados exotéricos, para los oyentes comunes, y otros acromáticos, para sus estudiantes privados y conocidos, del mismo modo Dios tiene dos clases de libros, según se da a entender en este Salmo; a saber, el libro de sus criaturas, como un libro corriente para todos los hombres del mundo (versículos 1-6), y el libro de sus Escrituras, como un libro de estatutos para su auditorio doméstico: la iglesia (versículos 7, 8).

Así, los cielos declaran, esto es, hacen que los hombres declaren la gloria de Dios a causa de su estructura, movimientos e influencias admirables. La predicación de los cielos es maravillosa en tres aspectos:

1) como predicación realizada toda la noche y todo el día, sin interrupción (vers. 2);

2) como predicación en todos los lenguajes (vers. 3);

3) como predicación en todas partes del mundo, y en cada parroquia de cada parte, y en cada lugar de cada parroquia (vers. 4). Son pastores diligentes, que predican sin cesar; son pastores entendidos, que predican en todas las lenguas; y pastores ecuménicos, O católicos, que predican en todas las ciudades.

Éste es el primer libro de lectura de Dios, como si dijéramos, para toda clase de personas. Los paganos leen este libro, pero los cristianos están familiarizados con su Biblia.

El libro de la naturaleza tienes tres hojas: el cielo, la tierra y el mar, de los cuales el cielo es el primero y el más glorioso, y con su ayuda podemos ver las bellezas de los otros dos.

El que empieza a leer la creación estudiando las estrellas empieza el libro en el lugar debido.
Los cielos son plural por su variedad, ya que comprenden los cielos acuíferos, con sus nubes en formas incontables; los cielos aéreos, con sus calmas y tempestades; los cielos solares, con todas las glorias del día, y los cielos estrellados, con todas las maravillas de la noche; lo que el cielo de los cielos debe ser no ha entrado en el corazón del hombre, pero allí todas las cosas cuentan la gloria de Dios de modo principal. No es meramente gloria lo que declaran los cielos, sino la gloria de Dios.

El firmamento anuncia la obra de sus manos. La expansión está llena de obras que muestran la habilidad suprema de las manos creadoras del Señor. En la expansión encima de nosotros Dios hace volar, por así decirlo, su bandera estrellada, para mostrar que el rey está en casa, y cuelga su escudo para que los ateos vean cómo El desprecia sus increpaciones. El que mira el firmamento y luego se hace llamar ateo, se muestra como un necio o un mentiroso.

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