Salmos: Capítulo 2 – Confiar en el Señor

Escrito por el 21 de septiembre de 2022

Una de las características notables de los Salmos es que están ordenados sistemáticamente. En el primer Salmo tenemos en realidad al hombre perfecto, el hombre feliz. Y creemos que representa al Señor Jesucristo como el último Adán. Ahora, en contraste con el hombre perfecto, el hombre dichoso del Salmo 1, vemos al hombre rebelde en el Salmo 2. Llamamos a ésta sección, la sección correspondiente al Génesis en el libro de los Salmos y el paralelismo es sorprendente.

Génesis comienza con el hombre perfecto, el hombre feliz, en el jardín del Edén. Pero él se convirtió en el hombre rebelde que se apartó de Dios, y ya no buscaba su compañía, y no tenía una capacidad para relacionarse con Él. Aquí en el Salmo 2, encontramos a los descendientes de Adán, es decir, a la humanidad.

El Salmo 2 ha sido llamado el drama de los siglos. Contiene una declaración decisiva en cuanto al desenlace de los eventos y las fuerzas que operan actualmente en el mundo. Este Salmo está dividido más como un programa de televisión que como una obra de teatro. Está presentado como si hubiera una cámara en la tierra y otra en el cielo. En nuestros días hemos experimentado algo parecido cuando se nos han ofrecido reportajes de exploraciones espaciales con una cámara instalada en algún planeta.

Es un espectáculo emocionante y dramático. Aquí en el Salmo 2 tenemos entonces un programa realizado por el Espíritu Santo en el cual Él usa dos cámaras de una manera dramática que supera la imaginación humana. En primer lugar, comienza a funcionar la cámara que opera en la tierra y entonces escuchamos la voz de las multitudes.

Tenemos a este hombre insignificante desempeñando su pequeña parte, desempeñando su papel, como dijo Shakespeare: «Un actor deficiente que se pavonea y apura su actuación en el escenario de la vida». Una vez que el hombre realiza su pequeña representación, la cámara de televisión en la tierra se desconecta y se pone en funcionamiento y escuchamos hablar a Dios el Padre.

Después de su intervención la cámara se dirige hacia su lado derecho y Dios el Hijo tiene algo que decir. Luego, la cámara del cielo se apaga y la cámara de la tierra comienza a funcionar nuevamente y Dios el Espíritu Santo tiene la última palabra. En primer lugar tenemos entonces


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