Salmos: Capítulo 27 – ¿Quién da más?

Escrito por el 19 de abril de 2023

El Salmo 27 fue escrito por David, el rey más famoso de Israel. Pero David enfrentó muchos peligros antes de llegar a ser rey. Sufrió varios intentos de asesinato, vivió como forajido, le persiguieron ejércitos y luchó en muchas batallas.

Su vida estaba en constante amenaza, pero David se sentía seguro. David confiaba en Dios. Sabía que Dios estaba con él y lo protegía en todo momento. Por eso escribió el Salmo 27.

David enfrentó peligros muy grandes que serían difíciles de superar para cualquier otra persona. Sin embargo, él sabía que Dios es mucho más grande que cualquier amenaza. En los primeros versículos de este Salmo vemos la confianza total que David tenía en Dios, fruto de las experiencias de su vida.

Él había experimentado el poder salvador de Dios, su ayuda y cuidado en momentos de gran riesgo. Había vivido grandes momentos con Dios por lo que su confianza en él era absoluta. Sabía que Dios lo ayudaría en medio de cualquier situación.

A veces podemos sentir que los problemas que enfrentamos son imposibles de resolver. Todo parece estar en contra nuestra. Pero contamos con Dios, su presencia, su ayuda, y no debemos tener miedo. Nada es imposible para Dios. Cuando Dios está con nosotros podemos enfrentar ejércitos con confianza.

Cuando llegaba la hora de dificultad David se refugiaba en la presencia de Dios. El templo representaba su presencia donde todos podían acercarse y recibir bendición. Era allí donde David encontraba la victoria. Estar ante Dios da paz y alivio en los momentos más duros de la vida. No hay ninguna otra cosa que nos pueda dar esa paz tan profunda. Cuando nos cuesta enfrentarnos al mundo y sus retos, podemos correr a Dios y encontrar la fuerza que necesitamos para superar todos los problemas.

Hasta aquí parecía que David solo experimentaba tiempos de victoria y gozo. Ahora vemos que él también tenía luchas, pero conocía el secreto para recuperar la confianza en Dios: la oración. David clamaba a Dios cuando se sentía inseguro o con miedo. Él sabía que no podía hacer nada por sí solo. Necesitaba a Dios, sentir su presencia, ver su rostro. Nadie más podía salvarle.

Todos nos sentimos inseguros en algunos momentos. Cuando esto sucede necesitamos clamar a Dios por ayuda, ir delante de él en oración y ruego. Dios siempre escucha a los que ponen su confianza en él. Él no nos abandona en nuestra hora de necesidad.


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