Salmos: Capítulo 30 – Has cambiando mi lamento en baile

Escrito por el 10 de mayo de 2023

Todo lo que podemos hacer como seres humanos es reconocer su gloria, su superioridad y su magnificencia. También podemos hacerlo aparecer glorioso o exaltado delante del mundo con nuestra presentación de él. A través de la alabanza, o de nuestra obediencia a sus mandatos.

Lo cierto es que la primera palabra de este Salmo se hace eco del deseo del salmista de reconocer y publicar la grandeza de la persona de Dios y sus hechos.

Pero en lugar de pertenecer este verso al esquema “acción de gracias”, es evidente que se trata del primer anuncio de liberación. Cuando comparamos los versos 1, 3 y 11 (los 3 momentos de liberación) es notorio que cada uno utiliza verbos de movimiento o transición de un escenario a su contraparte.

Este verbo en particular proviene de una raíz que alude al acto de sacar agua de un pozo (ver Éxodo 2:16, 19). En el verso 3 Dios da vida al salmista rescatándole de la muerte. En el verso 11 cambia su lamento, le quita su ropa áspera y le viste de alegría.

A través de cada una de estas figuras el salmista se muestra en una situación de la cual ha de ser librado por la acción divina. David hace hincapié en esta transición de abajo a arriba, de muerte a vida y de lamento a alegría, porque constituye el motivo de acción de gracias del Salmo.

Sencillamente, sin “liberación” tendríamos que cambiar el género del Salmo a súplica. La respuesta divina a las oraciones del salmista es lo que marca la diferencia.

Y es también la respuesta de Dios la que borra la risa de los enemigos del salmista. Por carecer de papel protagónico en el Salmo, entendemos que ellos solamente actúan como espectadores de la crisis personal de David. Alegrándose por su sufrimiento.

Pero al sacar al salmista del peligro y exaltarle, el Señor aparece y acalla sus burlas.

Súplica. Entonces la secuencia se reinicia, y el salmista se vuelve de efecto a causa, de liberación a súplica. Básicamente nos cuenta lo que sucedió previo a la intervención divina anunciada por el verso 1.

Leer el verso 1 es como llegar al salón de clases 5 minutos antes de que el profesor acabe. Escuchamos únicamente resoluciones y conclusiones. Por eso le pedimos al salmista que vuelva un poco más atrás en la historia.

Para que exista una respuesta, debe antecederle primero una súplica, ¿no es así? Así que el verso dos retrocede al capítulo anterior y nos muestra al salmista clamando con denuedo y angustia a su Dios.

Mas ahora, visto en retrospectiva, puede hablarnos de una súplica escuchada y contestada: “a ti clamé y me sanaste” (v. 2). El verbo sanar, muy general por naturaleza, alude a la restauración física y mental del salmista al ser librado de la crisis de salud, pero también de angustia, que vivió previo a la intervención de Jehová.

Para conocer el contenido de ese clamor elevado, escuchado y contestado, sin embargo, corresponde esperar que el salmista nos proporcione después más detalles adicionales. 


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