Salmos: Capítulo 43 – No te turbes alma mia
Escrito por Amigos en Radio Solidaria el 29 de noviembre de 2023
Vamos a imaginar por un momento que la división Salmo 42-43 no existe. Eso sería equivalente a decir que la composición no acabó en el verso 11 del primer capítulo, sino que prosigue inmediatamente con el verso 1 del Salmo 43.
Si esto es así, entonces el segundo estribillo nuevamente influyó para cambiar el panorama de la composición, así como lo había hecho el primero. Por eso decíamos en el Salmo anterior que los estribillos guiaban el desenlace de la trama.
Después de haber expresado su confianza en el socorro divino (42:8) el salmista plantea unas preguntas bastante escrutadoras al Señor: “Roca mía, ¿por qué me has olvidado? ¿Por qué tengo que andar angustiado, oprimido por mis enemigos?” (v. 9).
Entonces, aunque la confianza crece en el corazón del salmista hay cosas que sencillamente no puede explicarse. De hecho, te tengo una noticia: Hay cosas que de este lado de la eternidad ¡jamás tendrán explicación! El salmista no entiende que Dios abandone a sus fieles, y los deje a merced de la opresión de sus enemigos.
Por eso el Salmo 43 inicia con una exclamación: “¡Júzgame!” (RV), “¡Declárame inocente!” (NTV), “¡Hazme justicia, oh Dios!” (NVI). Nota las similitudes con Salmos 7:8, 26:1 o 35:24. En estos casos los autores bíblicos han suplicado a Dios que se levante como juez y vindique la causa de sus hijos inocentes.
Ese es también el sentido en este texto. El salmista desea un punto y final para su aflicción. Dios no puede estar ya más tiempo desentendido. No puede ya más abandonarlo. Debe juzgar su causa, y al hacerlo no podrá menos que declararlo inocente, y actuar en favor suyo.
“Defiéndeme contra esta gente que vive sin ti, rescátame de estos mentirosos injustos”. Así que el salmista no solo espera que Dios funja como juez… también que se desempeñe como su abogado. No quiere únicamente al juez imparcial que dicta una sentencia; anhela que Dios tome su caso en sus manos y le defienda de las acusaciones y las calumnias de sus mentirosos e injustos compatriotas (ver tb. 35:1 y 1 Samuel 24:15).
El salmista habla de “nación” (RV). Por ello entendemos que en la segunda mitad del verso 1 generaliza incluyendo a todo su pueblo, llamándole gente impía, mentirosa y perversa. No le pesan las palabras para afirmar que su gente está muy lejos del ideal que Dios aspira. Y, abrumado por la sed de libertad los mete a todos en un mismo saco.
Entendemos esto, sin embargo, como una generalización. Muchos son los que se han colocado en su contra en este momento de prueba. Y Dios es el idóneo para contender por él y hacerle victorioso.
A veces las pruebas de la vida te hacen sentir que todos están en tu contra, ¿sí o no? Pero mayormente es un efecto impresionista, producto de la predisposición. De todas maneras, lo cierto es que algunas personas se estaban oponiendo al salmista, y en ese momento de su vida, en lugar de amilanarse, le pide a Dios que le haga justicia.
Nunca dudes que Dios es capaz de cambiar el rumbo de la historia. Por más que otros quieran hacer tropezar tu fe y esperanza, recuerda que hay un Dios poderoso en los cielos. Y él pone a cada quien en su lugar. (Fuente Noticia: Solo Salmos)