Salmos: Capítulo 48 – ¡Grande es el Señor!

El salmo 48 es un salmo de alabanza, estos salmos expresan la adoración a Dios por quién es y por lo que ha hecho. Podemos ver que es un cantico triunfal que nos muestra lo grande que es Jehová. A través del mismo podemos ir observando como el salmista alaba a Dios por ser refugio y protector de su pueblo y como fielmente muestra su misericordia inmutable para con Israel.

Podemos ver en este cantico tres estrofas que nos muestran claros atributos de nuestro Dios. En primer lugar, tenemos los versículos 1 y 2 donde el salmista exalta a Dios y nos dice que Él es digno de ser alabado. ¿Dónde? En su ciudad, en su monte santo, Dios es excelso, digno de ser alabado. Luego de ello leemos que nuestro Dios es refugio y protección (v. 3-7) mostrándonos como es vista la ciudad de nuestro Rey, donde todo aquel que la ve se maravilla, se asombra y tiembla ante ella, pues Jehová es su protector y finalmente en los versículos del 8 al 14 nos muestra la fidelidad de Dios, su invariabilidad y la gran misericordia para con su pueblo.¹ Grande es Jehová, y digno de ser en gran manera alabado

En la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo.
² Hermosa provincia, el gozo de toda la tierra,
Es el monte de Sion, a los lados del norte,
La ciudad del gran Rey.

El salmo comienza con una declaración contundente: Grande es Jehová y digno de ser alabado en gran manera. Con esta oración el salmista afirma que Dios es más grande que cualquier otra cosa, es decir, nos muestra que no hay problema, situación o circunstancia que pueda estar por sobre su soberanía. La relación que hace el salmista con la ciudad de Jerusalén nos muestra cuán importante era para Israel la ciudad y como ellos entendían que era el refugio ante sus enemigos, al ser La ciudad del gran Rey, la morada de Jehová.³ En sus palacios Dios es conocido por refugio.

⁴ Porque he aquí los reyes de la tierra se reunieron;
Pasaron todos.
⁵ Y viéndola ellos así, se maravillaron,
Se turbaron, se apresuraron a huir.
⁶ Les tomó allí temblor;
Dolor como de mujer que da a luz.
⁷ Con viento solano
Quiebras tú las naves de Tarsis.

El salmista expresa claramente lo que sienten los enemigos de Israel al ir contra el pueblo y ver a Jerusalén, la ciudad del gran Rey. El versículo 3 nos dice que Dios es su refugio y los reyes de la tierra al verla se maravillaron y turbaron y entró en ellos temor y temblor de atacar la ciudad y ofender al Rey. Es posible que la composición del salmo sea referenciada a preservación de la ciudad ante invasión de Asiria en los días del rey Ezequías (2 Reyes 19) y alabe la grandeza de Dios al darles la victoria.

⁸ En la ciudad de Jehová de los ejércitos, en la ciudad de nuestro Dios;
La afirmará Dios para siempre. Selah
⁹ Nos acordamos de tu misericordia, oh Dios,
En medio de tu templo.
¹⁰ Conforme a tu nombre, oh Dios,
Así es tu loor hasta los fines de la tierra;
De justicia está llena tu diestra.
¹¹ Se alegrará el monte de Sion;
Se gozarán las hijas de Judá
Por tus juicios.
¹² Andad alrededor de Sion, y rodeadla;
Contad sus torres.
¹³ Considerad atentamente su antemuro,
Mirad sus palacios;
Para que lo contéis a la generación venidera.
¹⁴ Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre;
Él nos guiará aún más allá de la muerte.

A partir del versículo 8 encontramos un cambio en lo que expresa el salmista, inicialmente nos dice que Dios es digno de alabanza (v.1-2) y que Él ha sido refugio y protección del pueblo de Israel en su santa ciudad (v. 3-7), ahora hace memoria de todo lo que el Señor ha hecho en el pasado para llenar de confianza y hacernos ver su gran misericordia.

El salmista canta al Jehová exaltando Su misericordia (v.9) al adorarlo en Su templo y reconoce que Dios es digno de loor (alabanza y honra) y gloria por su solo nombre pues Su mano está llena de justicia (v.10). En el verso 11 vemos como trae gozo a Jerusalén y las otras ciudades de Judea la justicia de Dios y nos muestra en los versículos siguientes (del 12 al 14) lo que nos dijo en el verso 3, su templo es refugio, al considerar sus muros y torres; al mirar sus palacios y antemuro, no estamos mirando solo una construcción arquitectónicamente hermosa, sino que estamos contemplando la gloria de Dios. La gloria de Jehová nuestro Dios eternamente y para siempre quien es digno de ser alabado.