Sanidad del alma herida
Escrito por Amigos en Radio Solidaria el 15 de enero de 2024
Isaías 53:5 RVR1960: “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.”
El alma es el lugar donde se encuentran las emociones, los sentimientos, la voluntad y la mente. Cuando tenemos una herida en el cuerpo y no se le da oportuno manejo, esta puede infectarse o causar dolor, produciendo estados febriles que afectan todo el cuerpo. Así mismo ocurre cuando no le damos tratamiento oportuno y rápido a las heridas del alma, nos pueden llegar a causar enfermedades tanto mentales, emocionales, como físicas.
Jesús nos dio un espíritu con el fin que sea posible comunicarnos con ÉL, para ser capacitados y poder discernir las cosas del Espíritu, al convertirnos a Cristo, nuestro Salvador, el Espíritu de Dios entra y mora en el cristiano así,“Pero el que se une al SEÑOR, un espíritu es con Él.” (1 Corintios 6:17)
Cuando llegamos a los pies del Señor, siempre lo hacemos sucios y llenos de barro, pero si verdaderamente nos arrepentimos, somos perdonados y comenzamos una vida nueva, como Hijos de DIOS. Es así como luego viene el perfeccionamiento, que no es hecho por nosotros, ni en nuestra fuerza, sino por su Gracia, la gracia que proviene solo de Dios.
Efesios 4:30-31 nos dice: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.” En esta escritura podemos darnos cuenta que debemos sanar nuestra alma herida y arrancar la raíz de amargura que cada uno de nosotros puede llevar aun sin darse cuenta.
La sanidad del alma empieza con la Fe en Cristo, porque cuando Él entra a nosotros limpia nuestro corazón, que es el centro de nuestras emociones, voluntad y pensamiento, y de ahí llega la VERDADERA SANIDAD; cuando seguimos sus principios a pesar de la mentira del mundo actual o cuando andamos conforme a sus propósitos y no seguimos nuestros deseos carnales.