Sexualidad fuera de control

Escrito por el 20 de junio de 2022

Las enfermedades de transmisión sexual (ITS) han aumentado en un 1073% en siete años entre las mujeres. Esta llamativa cifra, publicada recientemente por el Observatorio Bloom «ITS en mujeres en España», esconde varias razones. Por un lado, las mujeres sufren estas infecciones de forma mucho más asintomática que los hombres. A ello se ha de sumar los cambios en la forma de entender la sexualidad, despegada muchas veces de la afectividad, y en la percepción de las prácticas de riesgo, minimizadas por la influencia de la pornografía -consumida a partir de los ocho años- y por la falta de educación sexual.

Así lo explican las expertas consultadas por 20minutos, que recalcan la importancia de acudir a una consulta médica si se han mantenido prácticas sexuales de riesgo y la necesidad de introducir con «naturalidad» la educación sexual desde la infancia, pues esta es la que les permitirá, entre otras cosas, reconocer qué es una práctica sexual de riesgo.

Este es uno de los problemas con los que se ha encontrado en la consulta Patricia Muñoz, la jefa del servicio de Microbiología y Enfermedades Infecciosas del Hospital Gregorio Marañón de Madrid. «Hemos tenido pacientes muy muy jóvenes que nos comentaban que venían obligadas por su madre porque habían estado en un concierto y habían mantenido relaciones con cinco chicos que ni conocían. Eso es una forma de entender la sexualidad diferente y que les pone en riesgo», relata.

La cuestión, no obstante, no es el número de personas con las que se quiera mantener relaciones sexuales en una misma noche, sino que «tienes que protegerte porque tú no sabes qué relaciones previas ha tenido la persona con la que estás, cada persona tiene su individualidad, no puedes estar seguro de nadie así que hay que protegerse», agrega Muñoz.

Tanto ella como la portavoz de la Sociedad Española de Contracepción (SEC), la doctora Isabel Lahoz, explican también que las enfermedades de transmisión sexual cursan en muchas ocasiones de forma asintomática en las mujeres. No así en los hombres. Esta diferencia es otra de las razones detrás del mayor aumento de las ITS entre ellas en comparación con ellos. «En los hombres los síntomas son más evidentes y se detecta más fácilmente y, en cambio, en las mujeres [los síntomas] pueden ser más internos y no notar nada», explica Muñoz.

«Ese es el riesgo: no hay síntomas claros y tampoco sensación de riesgo, por lo que no se siente la necesidad de hacerse pruebas»

Según recoge el informe del Observatorio Bloom, entre 2016 y 2019, los casos de ITS en mujeres en España aumentaron un 156%, según las estimaciones del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII). Este incremento se ubica más de cuarenta puntos por encima del aumento de casos atribuidos a los hombres en el mismo período (112%). Si se tienen en cuenta los casos aportados por los sistemas de vigilancia de las comunidades autónomas, el incremento de casos se sitúa en el 1073% entre el año 2012 y 2019.

Para Muñoz, este estudio «demuestra que mujeres que normalmente no irían al médico porque no tienen síntomas, cuando te pones a buscar, sí que tienen infección. Ese es el riesgo: no hay síntomas claros y tampoco sensación de riesgo, por lo que no se siente la necesidad de hacerse una prueba. La advertencia es ‘aunque creas que estás bien, puedes albergar una ITS'».

Su colega, la responsable de la consulta de ITS en el Hospital Gregorio Marañón, María Palomo Lastra, también confirma que «los varones, en el contexto de las infecciones, suelen tener síntomas mucho más frecuentemente que las mujeres, en quienes la mayor parte de las veces cursan sin ningún síntoma o ya se muestran con una complicación. Se pierde la sensación de necesidad de controlarse médicamente (y realizarse pruebas) porque hay mucha población que no es conocedora de que está en riesgo», abunda.

Secuelas a largo plazo

Isabel Lahoz, que también es coordinadora del programa de anticoncepción de Aragón, apunta asimismo que si en los últimos años se han detectado más las ITS en mujeres es porque han aumentado los sistemas de cribado de las mismas -«los médicos están más concienciados con la detección precoz»- y las técnicas empleadas son mejores: ahora son más eficaces, capaces de diagnosticar varias enfermedades con una sola prueba (una PCR múltiple, por ejemplo).

En este sentido, también advierte de que las ITS no diagnosticadas pueden afectar a la fertilidad posterior de la mujer. «Son enfermedades que pueden tener repercusión en la vida posterior de la mujer, en su fertilidad, y, por eso, ante cualquier sospecha, los profesionales tenemos que ser proactivos en la búsqueda, en el cribado poblacional, aunque no tengan síntomas. En algunos protocolos ya los incluyen a todas las mujeres por debajo de los 25 años», prosigue Lahoz.

«Algunas pican, otras duelen y otras tantas son silenciosas. Las ITS tienen diferentes formas de expresarse en el cuerpo de las personas con vulva», reza el informe del Observatorio Bloom, que recoge el testimonio de una joven que tardó un tiempo en acudir al médico. «Tenía cistitis, pero me pareció normal», confiesa. Ella fue una de las 2.529 mujeres diagnosticadas con clamidia durante el año 2019. Una cifra que, según los datos del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), no para de crecer, alertaban los investigadores.

Las tres expertas consultadas por este periódico subrayan que la juventud está cambiando el concepto del contacto sexual respecto a sus generaciones precedentes. La doctora Palomo Lastra advierte de que la actual «concepción diferente de la sexualidad», construida a base de conversaciones con sus amigos o «a través de páginas web que no siempre son lo estrictamente rigurosas que debieran» conduce a la desinformación sobre qué es una práctica de riesgo. «A veces se protegen, otras no… y esto hace que las ITS aumenten», lamenta.

Educación sexual «desde el principio»

La microbióloga Patricia Muñoz es meridiana: «Hay muchas prácticas con las que te puedes contagiar, no solo con la penetración. Hay que enseñar que te puedes también contagiar de una ITS haciendo muchas otras cosas y no tienes que esperar a tener síntomas claros cuando has tenido prácticas de riesgo. Si así ha sido, lo primero es reconocerlo para poder actuar y conseguir un diagnóstico», aconseja. En caso de dar positivo en alguna prueba de detección, las expertas instan a comunicárselo a los contactos de la paciente.

«La educación sexual no se está trabajando justo en un momento de revolución en el que el sexo se está separando del afecto»

El consumo de pornografía -a partir de los ocho años, según el informe Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales realizado por la Universitat de les Illes Balears y la red Jóvenes e Inclusión en Madrid- como fuente de información sobre el sexo ha llevado a un aumento de prácticas como el ‘cruising’ (encuentros sexuales entre desconocidos en plena calle), el ‘muelle’ (un juego basado en que un grupo de chicos se coloca en círculo sin ropa interior y las chicas se van sentando sobre ellos cada 30 segundos y en el que el primero que eyacule, pierde), el ‘chemsex’ (mezcla del consumo de drogas y sexo) o el ‘gang bang’ (una orgía). Así las enumera Lahoz al lamentar que actualmente «el porno es el profesor».

La también ginecóloga y sexóloga del Hospital Clínico Universitario de Zaragoza es una firme defensora de la educación sexual «desde el principio» y siempre con un registro adaptado a cada edad y etapa de la vida. «La educación sexual no se está trabajando justo en un momento de revolución sexual en el que el sexo se está separando de la afectividad. Somos seres sexuados desde que nacemos, la sexualidad forma parte de nuestra vida y la educación sexual de calidad y ofrecida por personal formado debería formar parte de la educación desde el principio. Y también debería fomentarse en casa, con naturalidad y sin tabúes», defiende Lahoz. 

La portavoz de la SEC celebra el acierto de campañas publicitarias como la que llevó a cabo el gobierno neozelandés para mostrar que el porno no se corresponde con las relaciones sexuales de la vida real. 

Y es que el consumo de porno como fuente de información sobre sexualidad se encuentra también detrás del aumento de las violaciones grupales, tal y como ya ha alertado la Fundación ANAR. «Hay una tendencia hacia el porno muy agresivo y machista y, sin embargo, luego falta una figura educativa que enseñe que eso es arriesgado y que no se corresponde con la realidad», incide Lahoz. La doctora Muñoz también ha comprobado esta inquietante realidad en su consulta: «Nos llama la atención que están llegando un número de mujeres víctimas de abusos que no estábamos acostumbrados a ver».


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