Sin indiferencia
Escrito por Sully de Barra el 17 de marzo de 2022
Estamos viviendo tiempos difíciles en los que muchas personas están sufriendo y pasando diversas pruebas, a nivel mundial la gente está viviendo tiempos de temor, de incertidumbre, corren a los supermercados para abastecerse, por si hay una escasez, si vemos las noticias, todo muestra que el mundo está clamando y este es el tiempo en el que nosotros como verdaderos hijos de Dios, prosigamos hacia la meta, si, pero sin indiferencia en nuestro corazón ante el dolor ajeno.
Romanos 8:18-19 dice “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.” Los corazones de la gente están esperando, palabras de consuelo, de ánimo en la aflicción, ayuda en medio de su necesidad, esperan que nosotros como hijos de Dios nos manifestemos y mostremos una actitud distinta a la que el mundo vive.
Entonces en nuestro camino hacia la meta, la indiferencia, si que puede marcar un retroceso en nuestro andar diario, porque Dios es un Dios compasivo, amoroso, misericordioso, que nunca ha sido indiferente a nuestro dolor, ni a nuestro sufrimiento, seamos o no seamos buenos, el vino a salvarnos como dice Romanos 5:8 “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.”
La indiferencia es un desinterés total hacia otros, ni para lo bueno, ni para lo malo, la indiferencia es un mal común en los tiempos que vivimos, cerramos nuestros ojos al dolor, apagamos las noticias para no ver sufrimiento y no hay que ir muy lejos, porque tenemos personas cerca de nosotros, que sabemos que necesitan de nuestro consejo, de nuestras palabras o de nuestra compañía y no les brindamos nada, sabemos que hay personas que pasan necesidad de cosas básicas y cerramos nuestro corazón, pensamos por ellos y determinamos que realmente no nos necesitan.
Como amigos muchas veces podemos mostrar indiferencia y ese es uno de los sentimientos más desleales en una relación de amistad, de hermandad o de familia, porque la indiferencia trae consigo egoísmo, falta de amor y rechazo.
Así que es tiempo que examinemos nuestros corazones y podamos ver internamente si hay indiferencia en ellos, quizás sí, proseguimos hacia la meta, con fe, con determinación, con ánimo, pero sin mirar a quienes dejamos atrás en el camino, porque lo que importa es sólo y únicamente nuestra vida.
Hay una historia muy bonita que sucedió hace unos años en una Olimpiadas de personas con Discapacidad en Seattle, habían nueve participantes para correr cien metros lisos. A la señal todos partieron corriendo para terminar la carrera y ganar el premio. Todos excepto un muchacho, que tropezó y cayó al suelo y comenzó a llorar, cuando los ocho restantes escucharon el llanto, disminuyeron el paso mirando hacia atrás y vieron a su compañero en el suelo, se detuvieron y regresaron TODOS.
Una de las chicas, con síndrome de Down, se arrodilló, le dio un beso y le dijo “No llores, ahora vas a ganar”, y los nueve competidores entrelazaron sus brazos y caminaron juntos hasta la línea de llegada.
Todo el estadio se puso en pie, con gran emoción y aplausos que duraron varios minutos, porque lo importante en esta vida, más que ganar es ayudar a los demás para vencer, aunque eso signifique disminuir el paso. Para poder ganar no dependemos de nuestra rapidez o nuestra gran capacidad, sino en disminuir el paso con el que camina lento, esperar si es necesario, ayudar y bendecir a otros y no ganar solo nosotros.
Hoy vamos a hablar de dos escrituras que la palabra de Dios nos da para que no caminemos con indiferencia en nuestro corazón sino que avancemos hacia la meta con amor y compasión en el corazón por los que sufren:
NO SEAMOS CAUSA QUE EL AMOR SE ENFRÍE EN OTROS: Mateo 24:12 dice “y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.” Siempre leemos esta frase aplicándola a nuestro sufrimiento, por la falta de amor de otros hacia nosotros, pero hoy debemos verla desde otro punto de vista, debemos esforzarnos y luchar, porque en nosotros no hayan actitudes y formas de ser, que sean la causa, que el amor en otros se enfríe.
La indiferencia es un causante que el amor que hay en otros pierda el fuego, cuando no nos dolemos ante la necesidad de otros y ven que pasamos de sus necesidades, ese amor va menguando en sus corazones y puede llegar a faltar su fe.
No seamos causa que otros piensen que no hay amor, que no hay compasión, que solo hay rechazo e indiferencia, ser cómo Jesús nos lleva a mostrar un amor en acción, con gestos, con detalles, con atención, buscando ayudar y ser de apoyo para los que están pasando necesidad. Yo puedo hacer la diferencia en el pequeño mundo que me rodea, puedo ser luz, puedo ser sal, puedo dar de lo que Dios me da.
TENER EL MISMO SENTIR QUE CRISTO: Romanos 15:5 dice “Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús. Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios. La indiferencia se termina cuando nos hacemos la pregunta ¿Qué haría Jesús en esta situación? Sería indiferente y pasaría del problema del otro sin compasión, es importante que en cada necesidad que veamos, podamos hacernos esta pregunta ¿Qué haría Jesús?
Cómo actuaría Él, cuál sería su respuesta, qué acciones tomaría? Y obviamente vendrán muchas respuestas a nuestro corazón y nos dirán que Él no era indiferente, Jesús jamás cerró su corazón al clamor de otros, ni fue indolente ante la necesidad. Nosotros caminamos hacia la meta, y queremos permanecer en El Señor y entonces debemos hacer como dice 1 Juan 2:6 “El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.” Y Jesús siempre anduvo buscando el bien de otros, orando por los enfermos, dando de comer a los que estaban en necesidad, abriendo ojos de ciegos, sanando, sirviendo, dando su vida por otros. Para quitar la indiferencia de nuestro corazón debemos andar como Jesús anduvo.
Hoy podemos hacer la diferencia en un corazón que necesita amor, compasión, misercordia y atención, pidamos al Señor que quite toda indiferencia de nuestras vidas, que no seamos la causa por la que el amor en otros se enfríe y procuremos andar cómo Él anduvo, haciendo el bien, amando, sirviendo entregando su vida.
Prosigamos hacia la meta, si, pero sin indiferencia.