¡Velad y Orad!
Escrito por Amigos en Radio Solidaria el 30 de enero de 2023
Jesús utilizó la frase velar y orar un par de veces. Una de ellas fue la noche anterior a la crucifixión. Jesús llevó a Sus discípulos al Huerto de Getsemaní, donde oró: «si es posible, pase de mí esta copa» (Mateo 26:39). Después de la oración, encontró a Sus discípulos durmiendo. Se entristeció de que no pudieran orar con Él ni siquiera una hora y les advirtió: «Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil» (Mateo 26:41).
Otra ocasión en la que aparece la frase «velad y orad» se encuentra en los primeros momentos del ministerio de Jesús, cuando profetizó sobre el final de los tiempos. En el capítulo 21 de Lucas se detallan muchos de esos acontecimientos, y Jesús advierte que ocurrirán de forma repentina: «Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día» (Lucas 21:34). Luego dice: «Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre» (versículo 36).
«Velad y orad». La palabra traducida «velar» significa «tener la vigilancia de un guardián de noche». Un vigilante nocturno debe estar aún más atento que un guardia diurno. Durante el día, el peligro se puede detectar a menudo desde la distancia. Pero por la noche todo es diferente. Un guardia nocturno debe utilizar otros sentidos además de la vista para detectar el peligro. A menudo está solo en la oscuridad y sin las defensas que emplearía en otras circunstancias. Puede que no haya indicios de un ataque enemigo hasta que éste se produzca, así que debe estar muy atento, sospechando en cualquier momento. Ese es el tipo de vigilancia del que habló Jesús.
Jesús nos advirtió que fácilmente nos distraemos con lo físico y seremos sorprendidos si no nos disciplinamos continuamente. En el huerto de Getsemaní, la somnolencia se apoderó de los discípulos. Su necesidad física superó su deseo de obedecerle. Él se afligió al ver esto, sabiendo lo que les esperaba. Si no permanecían espiritualmente vigilantes, en sintonía con Él (Juan 15:5) y dispuestos a negar la carne, serían vencidos por el maligno (1 Pedro 5:8).
Los discípulos de Jesús hoy también deben velar y orar. Nos distraemos fácilmente con este mundo, con nuestras necesidades y deseos carnales y con las artimañas del enemigo (2 Corintios 2:11). Cuando apartamos nuestros ojos de Jesús y de Su pronto regreso, nuestros valores comienzan a cambiar, nuestra atención se desvía, y pronto estamos viviendo como el mundo y dando poco fruto para el reino de Dios (1 Timoteo 6:18-19). Él nos advirtió que debemos estar listos en cualquier momento para presentarnos ante Él y dar cuenta de nuestras vidas (Romanos 14:12; 1 Pedro 4:5; Mateo 12:36).
«Velad y orad». Sólo podemos permanecer fieles cuando nos dedicamos a la oración. En la oración, permitimos continuamente que Dios nos perdone, nos limpie, nos enseñe y nos fortalezca para obedecerle (Juan 14:14). Para mantenernos alerta, debemos orar para poder resistir y liberarnos de las distracciones (Hebreos 12:2; Lucas 18:1; Efesios 6:18). Debemos orar sin cesar (1 Tesalonicenses 5:17). Cuando vivimos con la ansiosa expectativa del regreso del Señor y esperamos la persecución que se producirá entonces (2 Timoteo 3:12; Mateo 24:9; 1 Pedro 4:12), es más probable que mantengamos nuestras vidas puras y nuestros corazones preparados para encontrarnos con Él.