Comprometido y viviendo en comunión (1ª parte)
Escrito por Sully de Barra el 15 de diciembre de 2022
Es innegable que todos un día compareceremos ante el tribunal de Cristo de forma personal, allí no valdrán influencias, apellidos, obras, aportaciones o cargos, será todo por la gracia de Dios que nos ha dado por medio de Jesús a quien honramos con nuestra vida, pero a pesar de que todo será de forma personal, hay un compromiso que también debemos hacer en nuestra vida cristiana y es VIVIR EN COMUNIÓN.
La comunión es estar en unión y unidad con las personas que Dios ha puesto cerca de nosotros para convivir y también para compartir, en nuestro caminar en Cristo. Es claro en las escrituras que Dios nos creó con muchos propósitos y uno de ellos es que NO estemos solos, porque no es bueno, como dice Génesis 2:18 “Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo”, tenemos un vacío en el corazón que Dios mismo no ha querido llenar porque necesitamos del amor y la compañía de los demás, El Señor es lo más importante y el centro de nuestra vida, pero eso mismo nos lleva a no quedarnos con ese amor, sino a compartirlo con los que tenemos cerca de nosotros.
En nuestro camino hacia la meta, como ya dije antes, el camino es personal, porque la carrera no la ganamos en familia, ni por pertenecer a un determinado grupo de amigos, pero si El Señor ha puesto en nuestro entorno personas con las que debemos vivir y compartir el día a día, y vivir en esa comunión que menciona la palabra de Dios.
Pero la comunión aunque suena muy bonita, no es fácil, porque implica muchas cosas, incluso ponerla vida, como dice en Juan 15:13 “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.” El amor es un fruto para compartir y es un tema que va mucho más profundamente cuando se trata de dar y poner a otros en primer lugar y quitarnos a nosotros mismos.
La zona de confort es un lugar donde el amor y la comunión empiezan a ser un tanto incómodos, precisamente porque nos sacan de nuestra comodidad, nos incomodan, nos complican la vida, nos alteran el ritmo de nuestra tranquilidad para poder estar, amar y compartir con otros, pero Dios quiere que salgamos de esa comodidad que tanto nos gusta, porque cierra la puerta a la comunión y a la hospitalidad. Dios quiere que nos incomodemos un poquito para que otro se sienta mejor, para que otros sonrían más, para que otros cambien su rutina y seamos instrumentos y causa de su alegría. La escritura dice que nadie tiene mayor amor que este que pone su vida por sus amigos, poner la vida por los amigos no es solamente morir físicamente por ellos, es morir a mi comodidad, morir a mi tiempo, morir a mi confort… es poner mi vida para llevar más vida a otros.
Así que en nuestro camino hacia la meta, debemos hacer un compromiso con El Señor y comprometernos a vivir en comunión con otros, tenemos ejemplo de los primeros cristianos, si ellos se hubieran dedicado a vivir solos y se hubieran dispersado y dividido, la palabra de Dios nunca hubiera llegado hasta nuestros días, se hubiera desvanecido, pero gran parte de la obra transformadora de vidas mediante el Espíritu Santo se logra por medio de la comunión.
En el libro de Hechos 2:42 dice “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.” En el 44 dice “Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas;” en el 46 dice “Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”
Así que la comunión es parte de un compromiso que hacemos con EL Señor para vivir una vida Cristiana plena, porque el amor que se comparte se multiplica, el amor que no se comparte se resta y desaparece, si lo pensamos cuando tenemos una alegría en el corazón, buscamos con quien compartirla a quién contarle, porque la comunión suma y multiplica, igualmente los sufrimientos y problemas cuando los compartimos a otros, el corazón se descarga del peso único que llevamos sobre los hombros, porque la comunión también suma y multiplica las fuerzas en medio de las tormentas.
Hoy quiero que reflexionemos acerca de dos cosas por las que la palabra de Dios dice que tenemos que vivir en comunión:
En la comunión hay bendición: Salmo 133:1 dice “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! Es como el buen óleo sobre la cabeza” dice que es “Como el rocío de Hermón,”y en el verso 3 dice al final “Porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna.” Simbólicamente el óleo sobre la cabeza, era el aceite de la unción con el que eran ungidos los sacerdotes, la comunión entre hermanos permite que la unción del Espíritu Santo descienda sobre nosotros, recordemos que en Pentecostés estaban todos juntos, en unidad, en comunión y allí vino sobre ellos el Espíritu Santo. Y luego en el Salmo 133 también dice que habitar los hermanos juntos en armonía es como el Rocío de Hermón, generalmente el rocío simboliza bendiciones que vienen del cielo, la comunión con los hermanos nos unge y bendice, hay bendición, hay vida eterna, cuando lleguemos a la meta, en las moradas celestiales no estaremos solos, estaremos con Cristo y con todos nuestros hermanos que han peleado la buena batalla de la fe y han vencido, así que desde aquí debemos comenzar a prepararnos para una eternidad en comunión.
Los días son malos: Hebreos 10:24-25 dice “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.” No podemos dejar de congregarnos, que no se vuelva una costumbre decir me quedo, estoy en casa mejor, no voy a la iglesia, porque los días son malos, estamos viviendo y viendo señales de los últimos tiempos, hay guerras y rumores de guerra, hay pestes, hay enfermedad, hay muerte, hay destrucción, violencia, dolor, escasez y sufrimiento en el mundo, no podemos permanecer solos, debemos tener y vivir en comunión, compartir con los hermanos, orar en unidad, gozarnos en unidad y buscar al Señor en unidad.
Pidamos al Señor que nos dé Su gracia para seguir en este camino hacia la meta comprometidos con vivir en comunión los unos con los otros.