Sin comparar (1ª parte)

Escrito por el 16 de junio de 2022

Qué aburrida sería la vida si todos fuéramos iguales, si todos tuviéramos las mismas oportunidades, si todos nos vistieramos igual, si todos tuviéramos las mismas cosas, si nuestra apariencia fuera igual y nuestras familias fueran idénticas.

Es verdad que de acuerdo al tiempo, lugar y época, podemos tener cosas parecidas, pero cada uno tiene y aprovecha lo que llega a su mano de diferente forma, la creatividad de Dios ha querido que seamos únicos e irrepetibles, nos ha dado individualidad y eso, es lo que hace que cada uno tenga un gran valor.

El problema es la comparación, que según el diccionario es “examinar dos o más cosas para establecer sus relaciones, diferencias o semejanzas”, entonces lo dañino es que, al compararnos con otros, tomamos el camino que nos lleva a menospreciar lo que Dios nos ha dado, porque lo que tenemos pierde valor, cuando vemos lo que otros tienen y minimizamos lo nuestro, porque siempre habrá alguien mejor que nosotros.

La comparación en nuestro camino hacia la meta puede provocar muchas paradas en el camino y aún podría desviarnos de nuestra propia salvación, si no somos conscientes y reconocemos que tenemos la tendencia a compararnos continuamente.

La comparación es una herramienta muy bien usada en manos del enemigo, porque puede hacer mucho a daño al corazón y tristemente la tecnología, las redes sociales y las comunicaciones que existen hoy en día, continuamente nos están enviando mensajes de comparación, para ambicionar la vida que otros tienen y menospreciar lo que DIos nos ha dado.

¿Por qué tenemos esa tendencia a la comparación? Pienso que una de las razones que nos llevan a ello, es la falta de agradecimiento, por lo que sí tenemos, y esto ocurre desde el principio de la historia, Satanás vino a visitar el corazón de Eva, dándole un enfoque tan diferente, mostrándole y resaltando lo único de lo que no podía comer y minimizando todo lo que sí podía tener. Y así sigue el enemigo de nuestras almas, hablando a nuestros corazones, entrando en nuestra mente, cegando nuestros ojos, logrando que empecemos a compararnos y compararnos con otros, comparando lo mucho o lo poco que tenemos, olvidando todo lo que Dios nos regala cada día.

La comparación es un acto que lleva consigo muchas cosas que nos apartan del Señor, porque en vez de vivir confiados y descansando en Su amor y en Su voluntad, vamos dejando entrar a nuestro corazón envidia, celos, ambición, egoísmo, menosprecio, incredulidad, impaciencia, desesperanza y todo esto, es pecado.

Quizás hoy tenemos todo lo necesitamos para ser felices, porque la felicidad no es un lugar al que un día llegaremos, sino son momentos, a veces instantes, a veces tiempos en los que somos realmente felices y no por lo que tenemos, sino por cómo nos sentimos, la realización plena y el gozo, no depende de lo que tenemos o lo que no, sino de lo que DIos nos da, pero la comparación siempre nos llevará a pensar que algo nos falta y a centrar nuestra mirada en eso específicamente y a quitarla de todo lo que sí está en nuestras manos.

Quiero que recordemos algunas historias que la palabra de Dios nos enseña, en las que la comparación trajo sufrimiento, insatisfacción, menosprecio, dolor, angustia y aún muerte a la vida de quienes no se apartaron, sino que decidieron seguir por el camino de compararse con otros y esto no trajo bendición a su vidas, porque la comparación hace daño al corazón en varias cosas:

CAIN Y ABEL: Todos conocemos la historia, Abel era pastor de ovejas y Caín labrador de la tierra, y pasado un tiempo cuando los dos trajeron sus ofrendas delante del Señor, Abel trajo lo mejor de los primogénitos de las ovejas y Caín trajo su ofrenda también a Dios, la ofrenda de Abel fue agradable al Señor y dice en Génesis 4:4-5 “Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante.”

Dios se agradó de la ofrenda de Abel, pero Caín no reconoció que quizás su ofrenda no había sido de lo mejor para El Señor, no procuro un cambio y dijo, volveré a traer a otra ofrenda con lo mejor de lo que tengo, Caín comparó la respuesta de Dios con su hermano Abel y entraron muchos sentimientos de maldad en su corazón que llevaron hasta darle muerte a su hermano, sin razón, hoy vemos esta historia y tenemos el entendimiento de lo que pasó, habría habido alguna solución para esta situación entre dos hermanos, pero Caín no la vió, por eso la comparación es tan dañina, porque nos ciega el entendimiento y no podemos ver nada, solo vemos aquello que no conseguimos, que no logramos, que no tenemos y eso, abre las puertas a una larga lista de emociones y sentimientos de maldad que terminan destruyéndonos y apartándonos de la voluntad y el propósito de Dios.

JOSÉ Y SUS HERMANOS: Genesis 37 narra toda la historia de la famosa Túnica que el padre de José le había regalo, la biblia dice que su padre lo amaba porque era un hijo nacido en la vejez, para era su niño, algo especial, y esta túnica fue el símbolo de una gran discordia entre Jose y sus hermanos, a tal punto que fue lo primero de lo que lo despojaron y fue con la que vinieron a traérsela manchada de sangre a su padre para decirle que José había muerto, los hermanos de José se comparaban continuamente con él, comparaban el amor tan grande que su padre le tenía y no vieron otra cosa, más que la forma en la que podían quitarlo del medio, una vez más la comparación despertó en aquellos hombres toda clase de sentimientos de maldad y sus acciones fueron terribles en contra de su hermano.

Todo obró para bien, porque El Señor estaba con José pero mientras ese momento llegó, Jose pasó muchos días, años de angustia y seguramente los hermanos de José no habían podido vivir en paz todos ese tiempo, la comparación entre hermanos abrió un camino de dolor y sufrimiento para la vida de Jose.

SAÚL Y DAVID: Después que David mató a Goliat, su fama y su popularidad surgieron entre todos, cada día se acrecentaba más y la comparación entre Saúl y David se dio entre en pueblo como dice 1 Samuel 18:7-8 “Y cantaban las mujeres que danzaban, y decían: Saúl hirió a sus miles, Y David a sus diez miles. Y se enojó Saúl en gran manera, y le desagradó este dicho, y dijo: A David dieron diez miles, y a mí miles; no le falta más que el reino. Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David.”

Saúl no mató a David, porque Dios lo libró, pero el enemigo a través de la comparación, una vez más había logrado su objetivo, sembrar envidia, celos, odio, deseos de muerte y dolor en el corazón de Saúl.

Estas tres historias tan conocidas y a la vez tan reales, nos muestran el daño que la comparación puede traer al corazón del hombre, no es algo sencillo para dejarlo pasar, debemos examinar nuestro corazón y ver si continuamente estamos viviendo una vida de comparación y esto está trayendo muchas cosas negativas a nuestra vida, pero sobre todo está trayendo infelicidad y falta de gratitud a nuestros corazones y en nuestro camino hacia la meta.

Meditemos en nuestro corazón, luchemos contra la comparación y prosigamos hacia la meta.


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