Comprometido con la palabra de Dios (1ª parte)
Escrito por Sully de Barra el 20 de octubre de 2022
El impacto de las redes sociales y la tecnología ha dejado un poco al margen el hecho necesario de leer la palabra de Dios, tenemos en nuestros teléfonos móviles y tabletas instalada la aplicación de la Bíblia en todas las versiones que deseamos, pero deberíamos preguntarnos ¿leemos la palabra de Dios cada día?
Hace algunos años nuestras biblias hablaban mucho de nuestra vida de comunión con Dios, estaban muy gastadas, rotuladas con diferentes colores, esas promesas que en Su tiempo El Señor nos hizo, estudios bíblicos que impactaron nuestro corazón aparecían con colores fuertes resaltados, anotaciones, símbolos, círculos, etc, muchas cosas marcábamos en aquellas hojas, quizás un poco arrugadas de tanto uso.
Hoy en día nuestras Biblias deben seguir siendo no solamente una fuente de apoyo, de ayuda, de consuelo, sino también un instrumento diario, para poder caminar sin tropezar, para no perder la visión, algo así como un manual de instrucciones para enfrentar el día a día.
Sin embargo hay poco compromiso y poco deseo de leer la palabra, en algunas casas hay biblias con dedos de polvo, porque no suelen leerse, no son un referente para nuestra vida, vemos en las redes sociales, tarjetitas con versículos, leemos estudios o predicaciones y damos por sentado que ya de esa forma la palabra está en nuestro corazón, pero conocer y vivir la palabra del Señor va más allá de una simple aplicación y la lectura de una publicación en Facebook o Instagram.
En nuestro camino hacia la meta la mejor e inigualable compañera debe ser la palabra de Dios, porque quien no la conoce puede perderse en el camino y cambiar el rumbo que lleva a la voluntad de Dios.
Como testimonio de mi vida personal, desde muy jovencita me costaba mucho leer la biblia, sentía que se me hacía un mundo leer tantos versículos, historias que en algún momento me apasionaban, pero luego perdía el interés, nombres diferentes, de lugares y personas, eran dificil para mi de recordar y aprender, hasta que Dios en su infinita misericordia, me permitió descubrir lo que era hacer un devocional diario con un versículo al día, un verso de la palabra de Dios que me hablaba cada día, uno solo de quizás dos, tres o cinco líneas, pero había una riqueza de enseñanza en ese pequeño trozo, porque la palabra de Dios está viva, y maravillosamente poco a poco para entender un versículo, comencé a leer el capítulo completo y cada día de esa manera por años he aprendido a conocer, aprender, profundizar y amar la palabra de Dios cada día de mi vida, ya no es un peso, no es una carga, es una necesidad de mi corazón.
La palabra de Dios ha pasado de generación en generación y sus enseñanzas, principios, valores y fundamentos no han cambiado a lo largo de los siglos, la palabra de Dios debe ser nuestra guía, Su palabra nos dice quiénes somos, qué tenemos, qué podemos hacer, dónde debemos ir y las consecuencias a la obediencia o desobediencia a ella. Si no conocemos Su palabra, no vamos a tener convicción de pecado, no vamos a conocer el camino, no vamos a ver la diferencia entre la luz y las tinieblas y no vamos a tener convicciones verdaderas en qué fundamentar nuestra vida.
Algunas veces perdemos la fe, perdemos la esperanza, el gozo, nos llenamos de dudas y de inseguridad, es uno de los primeros síntomas que se encienden como luces rojas y alarmas, avisando a nuestro corazón que estamos bastante bajos y vacíos de la palabra del Señor.
La palabra de Dios dice en Hebreos 8:10 «Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo» Su palabra en nuestra mente, escrita en el corazón, en la mente porque es la responsable de nuestro entendimiento y la que tiene la capacidad de pensar, percibir y comprender, allí se encuentra la memoria, la imaginación, la razón y nuestros pensamientos. En nuestra mente se libran muchas batallas antes de que se realicen, porque muchos pensamos las cosas, las vivimos, las sufrimos y en algunas ocasiones quizás nunca se llevan a cabo, pero nuestra mente se ha encargado de hacernos pasar momentos difíciles y angustiantes, porque tiene la capacidad de crear y vivimos todo como si fuera real.
Y también dice la escritura que escribirá su palabra en nuestros corazones, porque el corazón es más engañoso que todas las cosas, es perverso y puede hacernos tropezar y apartarnos de la voluntad de Dios, pero si en nuestros corazones está escrita Su palabra, la fe se pondrá sobre la incredulidad, la obediencia sobre los deseos de nuestra carne, la paz de Dios sobre todo afán y ansiedad, porque Su palabra es verdad que hace en nosotros un corazón libre, caminando en la dirección del Señor.
Es muy importante en nuestro camino hacia la meta asumir un compromiso con Dios y con nosotros mismos, para leer la palabra cada día, dejando de lado las excusas y comenzar una vida diferente, caminando sin dejar la palabra del Señor de lado.
Recordemos… Mientras más conocemos su palabra, más aumentará nuestra fe, porque su palabra queda grabada en nuestro corazón y la duda se disipará.
La palabra también nos da libertad, porque conocer la verdad nos hace libres, libres de pecado, de opresión y de las mentiras del enemigo.
La palabra de Dios es luz para cualquier tiniebla o confusión.
La palabra de Dios es pan que alimenta nuestra alma y nuestro espíritu.
La palabra de Dios es viva y eficaz que nos revela hasta lo más profundo de nuestro interior.
La palabra de Dios trae sanidad a nuestro corazón.
La palabra nos reconcilia con El Señor.
Hagamos un compromiso de fidelidad a interesarnos por conocer y leer la palabra de Dios, para que viva en nuestra mente y en nuestro corazón, puedo asegurar que vamos a notar muchas diferencias en nuestra forma de vivir, ser y actuar, la palabra de Dios transforma nuestra vida y sencillamente nos llena de alegría de vivir en nuestro camino hacia la meta.