Comprometidos con llevar fruto (3ª parte)

Escrito por el 20 de abril de 2023

Hoy terminamos de compartir lo importante que es en este camino hacia la meta, hacer un compromiso con El Señor y con nosotros mismos con llevar fruto donde quiera que vayamos, la palabra de Dios dice que por nuestros frutos la gente conocerá que somos del Señor, por eso es una responsabilidad muy grande que ese fruto se produzca en nosotros, que sea un fruto de calidad y que siempre haya fruto.

Por eso es importante saber que el fruto es el resultado de un proceso de siembra, crecimiento, cuidados, limpieza y por último una cosecha. No podemos esperar tener frutos al instante, porque el fruto en nuestra vida no es algo que se pueda comprar, adquirir con una serie de pasos o que podamos alcanzar de un día para otro, porque al igual que un manzano no se siembra hoy y mañana ya tenemos manzanas, de la misma forma nosotros no podemos sembrar hoy y mañana creer que ya somos perfectos y tenemos en nosotros todas aquellas cosas que a Dios le agradan.

Para que todo árbol produzca buenos frutos son necesarias varias cosas que hoy reflexionaremos para ver si estamos fallando en alguna o sino, para que sigamos en el proceso correcto que hemos comenzado.

QUÉ ESTAMOS SEMBRANDO: Deuteronomio 22:9 dice “No sembrarás tu viña con semillas diversas, no sea que se pierda todo, tanto la semilla que sembraste como el fruto de la viña.» Hay otra versión que explica mejor esta palabra “No plantes ningún cultivo entre las hileras de vides que tienes en tu viñedo. Si lo haces, tendrás prohibido usar tanto las uvas del viñedo como el otro cultivo que plantaste.” No podemos sembrar cosas diferentes en una misma viña, porque puede ser que perdamos lo que sembramos y también el fruto que esperamos de la uva, la palabra nos dice que no mezclemos semillas buenas y semillas malas porque al final perderemos todo, tanto lo malo como lo bueno. Debemos cuidar desde la siembra y velar por la buena semilla que sembramos.

Tampoco podemos poner la semilla y dejarla que crezca sola y volver al cabo de unos meses o semanas y encontrarnos el fruto que esperamos, ya que puede pasarle muchas cosas. No podemos comenzar una cosa o muchas cosas al mismo tiempo, pero nunca darles seguimiento y nunca terminarlas, porque si nos comprometemos a algo debemos avanzar y llegar hasta terminar, esto puede aplicarse a muchísimas cosas, no podemos solo sembrar sin pensar que un día veremos esa cosecha, si sembramos una mala semilla, semillas de pecado sabemos que la palabra de Dios dice que la paga del pecado es muerte, así que esas semillas que hoy sembramos pecando y haciendo cosas en contra de la voluntad del Señor, tarde o temprano llegarán a nuestra vida convertidas en frutos de muerte, frutos de dolor, de tristeza, de sufrimiento, cuando podríamos haberlo evitado si hubiéramos tenido cuidado en nuestra siembra.

Por esa razón debemos cuidar qué estamos sembrando, porque si estamos luchando por tener una vida en santidad y en obediencia al Señor, no podemos mezclar cosas del mundo en nosotros, no puede haber agua dulce y amarga de una misma fuente, no podemos sembrar buenas semillas y semillas contaminadas, porque al final el fruto será un desastre y no tendremos nunca el fruto que DIos espera de nosotros.

CUIDAR DEL FRUTO: Proverbios 27:18 “Quien cuida la higuera comerá su fruto», una vez que hemos sembrado la semilla, es importante también cuidar de esa planta que va naciendo para comer de su fruto, como dice esta palabra, quién cuida de la higuera come de su fruto, porque parte del compromiso de lo que implica dar fruto es cuidar hasta que se recibe la cosecha. Estuve leyendo de forma natural que la higuera requiere de algunos cuidados a la hora de plantarse ya que debe guardarse que ésta se exponga a vientos muy fríos o tierras que podrían encharcarse.

Una de las formas más efectivas es colocarla cerca de una roca o una pared para que sus raíces queden limitadas y no se extiendan demasiado, hay que considerar la iluminación, no se puede regar frecuentemente y tampoco se puede dejar secar porque desarrollará pocas hojas y poco fruto. Sabiendo todo esto de forma natural, tendríamos que preguntarnos primeramente ¿Cuál es mi higuera? Y si estoy cuidando que dé fruto, la higuera en este caso como primera cosa es nuestra propia vida, la escritura dice que quién cuida de ella, comerá del su fruto, no dice: Siembra una higuera y vuelve por el fruto, tampoco dice come del fruto de otras higueras de que sembraste ni cuidaste, el trabajo de dar fruto es un trabajo personal.

¿Cómo cuidamos de la higuera que Dios nos ha dado? Nuestras vidas necesitan afirmar raíces en la roca que es Cristo, recibir agua de vida, alimento de Su palabra, quitar las malas hierbas que pueden crecer alrededor y que nos roban alimentos e iluminación, tanto nuestra vida como la vida de cada persona necesita un cuidado que implica sacrificio, abstenerse de muchas cosas y la constancia diaria hasta el día que por fin está lista para que se pueda ver y recibir la cosecha.

SER UN ÁRBOL DE DOS COSECHAS: Lucas 13:6-9 dice «Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después.»la higuera tiene la particularidad que no tiene solamente una cosecha al año, la higuera es un arbol de dos cosechas, en la primera cosecha brotan las brevas, que se produce a finales de la primavera entre mayo y junio, su aspecto es muy similar al de los higos, pero no son tan dulces como ellos.

Luego viene la segunda cosecha en otoño, aproximadamente a finales de septiembre, se producen los higos que son mucho más dulces que las brevas. En el pasaje del libro de Lucas, Jesús comparte la parábola de la higuera, esta higuera estaba plantada en una viña, seguramente rodeada de abundantes vides que producían grandes cosechas de uva, cuando el dueño de la viña vino a buscar fruto en ella no lo halló, no era la primera vez que venía a buscar fruto, ya que llevaba tres años seguidos viniendo a buscar fruto en ella y no encontraba nada. Era muy desagradable encontrar sin fruto un árbol que debía dar dos cosechas al año, no contaban ni con la primera, ni con la segunda cosecha, era solamente un árbol que ocupaba espacio e inutilizaba la tierra, ya el dueño de la viña había tenido paciencia durante tres años y no había fruto, ni resultados. Llega el día en el que El Señor viene a buscar fruto en nosotros.

¿Estamos dando fruto cada vez que El Padre viene a buscar fruto, encuentra no solo un árbol frondoso en apariencia, sino también lleno de frutos? Si aún no hemos dado el fruto esperado, dejemos que El Señor pode nuestras raíces, limpie nuestra tierra, cave en lo profundo y empecemos a dar fruto en abundancia para que el padre se agrade de nosotros y seamos útiles en Su reino.

Así que hagamos un compromiso con llevar mucho fruto, cuidemos nuestras siembras, cuidemos de nuestra higuera y sobre todo No permitamos que nuestras vidas permanezcan estériles y sin fruto, dispongamos nuestro corazón para seguir creciendo y llevando mucho fruto y prosigamos hacia la meta.


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