La cruz y el puñal 50 años después

Escrito por el 20 de diciembre de 2022

Hace 50 años que el productor Dick Ross (1918-2009) se cansó de dirigir las películas de Billy Graham para emprender la aventura de llevar el libro “La cruz y el puñal” al cine. La historia de David Wilkerson (1931-2011) ocurre en la Nueva York de finales de los 50, pero el actor que eligió para dirigirla, Don Murray –protagonista de “La conquista del Planeta de los Simios” y ganador de un Oscar por la película que hizo con Marilyn Monroe, “Bus Stop”– la traslada a finales de los 60.

El libro se escribió en 1963, no por Wilkerson, sino por dos ′escritores fantasma′, John y Elizabeth Sherrill, que hicieron algunos de los tí­tulos de más éxito del mundo evangélico en aquella época, como ′El contrabandista de Dios′ del Hermano Andrés o ′El refugio secreto′ de Corrie Ten Boom. Fue todo un fenómeno editorial. ′La cruz y el puñal′ ha vendido más de quince millones de ejemplares. La pelí­cula se calcula que la han visto cincuenta millones de personas. Está en tantos idiomas como se ha publicado el libro, treinta ′las pelí­culas normalmente se doblan a doce′.

Ross dirigió la mayorí­a de las pelí­culas de Billy Graham hasta ′Los inquietos′ (1965), que protagonizó el joven actor Johnny Crawford, conocido por la serie de televisión ′El hombre del rifle′. Antes tení­a una pequeña compañí­a en los años 40 denominada Great Commission Films. Graham le propuso filmar alguna de sus campañas a efectos documentales. Ross tuvo entonces la idea de hacer historias de ficción, que dramaticen la vida de personas que habí­an llegado a ser cristianas por medio de su predicación. Así­ nace Mr. Texas (1951) y World Wide Pictures.

Las pelí­culas transcurren siempre durante las llamadas ′cruzadas′ del evangelista. Sus sermones constituyen el eje de las historias. Sólo en ′Oiltown, USA′ (1954) no es en un estadio, sino en la televisión. La única de aquellas primeras pelí­culas que se distribuyó en español es una curiosa co-producción argentina con el conocido director Héctor Olivera, ′Lucia′ (1963).

La protagonista de todas ellas era Georgia Lee, que deja la productora de Billy Graham con Ross, pero acaba dedicándose al porno. Mientras Ross hace ′La cruz y el puñal′, Lee hace pelí­culas de ′sexploitation′ con su hija Robbie para Roger Corman. Por si esto fuera poco, acaba haciendo con su marido ′un predicador que habí­a fundado una iglesia presbiteriana′ y su hija, la secuela de ′Garganta profunda′ (1973) ′la escandalosa pelí­cula de Linda Lovelace que abre las puertas de las salas comerciales al ′porno duro′, tras largos procesos judiciales′.

Ross habí­a agotado la fórmula de las pelí­culas de Billy Graham. Eran historias demasiado predecibles. Al principio, los personajes se presentan escépticos al cristianismo, viviendo en clara inmoralidad, o sinceramente buscando respuestas para el sentido de la vida. Al final, la mayor parte llega a creer en Cristo, ayudados por amigos o familiares, normalmente después de escuchar a Graham.

Las pelí­culas del evangelista se habí­an concentrado hasta ahora en personajes adultos de clase media, generalmente matrimonios preocupados por el éxito económico. En su último trabajo para Graham, ′Los inquietos′, se plantea ya hacer una historia sobre jóvenes rebeldes, cí­nicos respecto al sistema, que experimentan con la droga y el sexo sin estar casados. Tiene la música de Ralph Carmichael, un cristiano que hizo los arreglos para Nat King Cole. La producción tiene tal éxito que se logra exhibir en salas comerciales con el patrocinio de iglesias, que proporcionan voluntarios para hablar con las personas interesadas en el Evangelio, como el futuro presidente Jimmy Carter.

La experiencia le lleva a pensar un proyecto más ambicioso, fuera ya de la organización de Graham. Tení­a entonces 52 años. Habí­a trabajado durante quince años como director de las pelí­culas del evangelista. Le sucedió el guionista de ′Los inquietos′, James F. Collier, que dirige luego durante veinte años todas las pelí­culas que hizo del predicador. La idea de Ross era tener el mayor impacto posible con temas sociales, que fuera más allá de un momento de decisión en una campaña masiva del famoso evangelista.

Don Murray es un hombre de fuertes principios, más sociales y polí­ticos que espirituales. Estudió teatro, debutando en Broadway a comienzos de los años 50. Como objetor de conciencia, trabajó con refugiados durante la guerra de Corea. Su nombre está siempre unido al Oscar como actor secundario en 1956 con Marilyn. Murray habí­a protagonizado en los años 60 tres largometrajes de predicadores con inquietudes sociales que marcaron la ciudad de Nueva York: el pastor reformado, padre del pensamiento positivo, Norman Vincent Peale (El destino de un hombre); el antiguo pandillero alcohólico Tom Harris (El cuento del gallo) y el jesuita Charles Clark (Refugio de criminales).

El actor se mostró al principio muy reticente a dirigirla, ya que no veí­a el cine como un instrumento de evangelismo. Fue por la recomendación de su amigo Tom Harris, el criminal que se habí­a convertido en predicador en Harlem, que decidió escribir y dirigir la pelí­cula. A la propuesta original de protagonizar el filme, sugirió otro actor que se identificara más claramente con la fe de David Wilkerson, Pat Boone.

El cantante, actor y presentador de un programa de radio se hizo un nombre en los años 50 y 60. A pesar de su aspecto conservador, era un hombre inquieto. Al fracasar su matrimonio en los años 60, por demasiadas fiestas y abuso del alcohol, tiene una experiencia carismática en los años 60. Pasa de la Iglesia de Cristo a la del Evangelio Cuadrangular en los 70, que hace estudios bí­blicos en su casa de Beverly Hills con Doris Day, Glenn Ford y hasta Zsa Zsa Gabor. No hay duda de que era la persona ideal para encarnar al pastor de las Asambleas de Dios, que vino a predicar a los miembros de las bandas juveniles que llenaban las calles de Nueva York a finales de los 50.

La búsqueda de una pelí­cula evangélica que finalmente refleje la vida con mayor realismo llevó a Murray a escribir un guión que en la versión original suena con el verdadero lenguaje de la calle, como observa el crí­tico del New York Times. Los pandilleros que se enfrentan en estas peleas son auténticos miembros de las bandas, que incluye hasta un insospechado debut en el cine de Harry Reems ′el pionero del porno duro, arrestado en 1974 por el escándalo de la pelí­cula ′Garganta profunda′ que llegó finalmente a la fe evangélica tras una vida llena de excesos′.

En el casting que llevó a cabo Murray, encontró a Erik Estrada, un joven de origen portorriqueño del Harlem, que a partir de entonces llegó a ser un rostro habitual en el cine y la televisión. Su papel más conocido fue como protagonista de la serie de policí­as patrulleros de carretera en los años 70, CHiPs ′emitida en España hasta los años 90 por Antena 3′. Este actor católico interpreta a Nicky Cruz, el jefe de la banda de los Mau Mau, que fue convertido por la predicación de Wilkerson. En realidad, parece que llevaban la doble M en rojo, en vez de en blanco, como en la pelí­cula. Por lo demás, es como si se hubiera trasladado a finales de los 60.

′La cruz y el puñal′, doblada a treinta idiomas, tuvo mucho impacto en paí­ses tan lejanos de la sociedad norteamericana como era Rusia. Su exhibición en los cines fue mejor recibida que ninguna otra pelí­cula evangélica que se habí­a mostrado hasta ahora en un circuito comercial. Su distribución internacional es un curioso ejemplo de cómo una historia, cuánto más transmite una realidad local, más valor universal tiene. Es difí­cil pensar en algo más concreto que el problema de inseguridad que se vivió en Nueva York en aquella época, sin embargo, el asunto era conocido en todo el mundo, por las pelí­culas y series de televisión que se hací­an entonces sobre los policí­as y bandas de delincuentes de esta ciudad.

Las pandillas de la época de West Side Story (1961) están en un ambiente ya casi setentero, así­ como la música que acompaña la escena de acción con la que comienza. El enfrentamiento entre los Mau Mau y los Bishops tiene un realismo hasta ahora nunca visto en las pelí­culas evangélicas. Aunque, al tratarse de verdaderos miembros de bandas, tuvieron serios problemas para que la violencia no fuera real.

Parte del éxito se debe a la colaboración de Tom Harris, el antiguo dirigente de pandillas alcohólico que se habí­a convertido a la fe cristiana y ayudaba ahora a los jóvenes. Este habí­a sido interpretado por Don Murray en una pelí­cula que él mismo habí­a escrito y producido. En ′El cuento del gallo′ (Childish Things, 1969) actúa también la famosa actriz de la serie ′Dinastí­a′, Linda Evans, con su marido entonces, John Derek, como director.

Al año siguiente de estrenarse ′La cruz y el puñal′, el dibujante Al Hartley ′convertido a la fe evangélica y conocido por el popular personaje de Archie′ hizo una adaptación al cómic, que se hizo muy famosa. La tuve yo mismo de niño, en lengua inglesa ′aunque hubo luego una versión española, hecha en Miami por Unilit′. Mi padre estaba entonces viviendo en Nueva York, cuando se hizo la pelí­cula. Residí­a en iglesias latinas que habí­a en los barrios donde transcurre esta historia, Harlem y Bronx. Mi infancia está llena de historias de los peligros que vivió durante aquellos años. Veí­a desde la ventana cómo las bandas se enfrentaban en medio de la noche, o escuchaba cómo un predicador habí­a sido muerto a navajazos junto a una máquina de refrescos del metro, donde se habí­a despedido de él el dí­a anterior, después de haber estado juntos en un culto.

Mi padre conoció entonces el centro de rehabilitación de David Wilkerson que llevaba ya su hermano. él era un predicador famoso, que podí­a como Nicky Cruz, recorrer el mundo contando su historia. Lo sorprendente fue cuando andando un dí­a por la calle 42, dominada entonces todaví­a por la pornografí­a, decidió volver a los orí­genes. Alquiló un cine y comenzó la iglesia de Times Square. La renuncia de Wilkerson a convertirse en una personalidad evangélica, mostró una integridad y coherencia que le ha hecho ser admirado por muchos, aunque no compartan su perspectiva profética.

La historia de cómo este pastor decidió ir a Nueva York en 1958, cuando vio la fotografí­a en la revista Life de siete adolescentes culpados de asesinato, es un impresionante testimonio de la fuerza de la compasión y el poder del Espí­ritu Santo. Su trabajo pionero en la rehabilitación de drogadictos sigue siendo un ejemplo para todos aquellos que creemos que Dios se complace en mostrar su gracia, no para con los poderosos de este mundo, sino con los humildes. Es a los que han destruido su vida y son conscientes de su miseria, que el Señor presenta su misericordia. Puesto que ′los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos′ (Mt. 9:12; Mr. 2:17; Lc. 5:31).

Wilkerson fue también singular en su oposición al evangelio de la prosperidad. Cuando muchos en su medio se volví­an a una concepción de la fe que ′hací­a mal al pobre y al necesitado′. El autor de ′La cruz y el puñal′ denuncia a estos predicadores como ′lobos que han sustituido el dinero por la cruz′ en un famoso sermón de 1999. En ese sentido, por lo menos, su ministerio fue verdaderamente profético.

Aunque la colisión con un coche, se lo haya llevado de este mundo, creo que para Dios no hay accidentes. ′Aquellos que atraviesan un valle de sombra de muerte ′escribió en su blog, horas antes de su partida′, escuchen esta palabra: Lloraremos durante oscuras y terribles noches, pero en las tinieblas pronto oiremos el susurro del Padre diciendo: Yo estoy contigo; Ahora no te puedo decir por qué, pero un dí­a todo tendrá sentido. Verás que todo formaba parte de mi plan. No era un accidente. No fue un error por tu parte. ¡Agárrate fuerte!, ¡déjame abrazarte en la hora del dolor!′. No hay duda que ahora disfruta de ese abrazo eterno.


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