Tengo malestar, quiero paz
Escrito por Carlos Fumero el 13 de abril de 2023
«Les dejo un regalo: paz en la mente y en el corazón. Y la paz que yo doy es un regalo que el mundo no puede dar. Así que no se angustien ni tengan miedo». (Juan 14:27)
Pasos hacia una sanidad emocional
1 – Reconocer el problema vivir en la negación o crear un mundo de fantasía dificulta el proceso.
2 – Estar dispuesto a confesarlo y exteriorizarlo.
3 – Estar dispuesto a perdonar y restaurar la comunicación.
4 – Estar dispuesto a aceptar a quién es le han ofendido.
5 – Estar dispuesto a renunciar a cualquier cosa que impida la comunicación con dios y con su pueblo.
6 – Encontrar un consejo espiritual para ayudarte a orar, abriendo el camino de la sanidad emocional.
Todos somos un producto de cuatro influencias y una gran parte de nuestra personalidad está formada por ellas.:
- Los genes hereditarios de nuestros padres. El físico es heredado de los genes y determinado en el momento mismo de la Concepción. Además hereda ciertas características personales y capacidades mentales.
- La crianza, se desarrolla el carácter del niño en el ambiente familiar. Somos fácilmente afectados por mimos falta de disciplina, educación demasiado estricta, tiranía, crítica, falta de amor, palabras ofensivas, o favoritismo en el hogar.
- Experiencias personales traumáticas. Nuestro carácter posterior puede verse muy afectado por estas experiencias que hayamos podido tener como: fallos dolores, fracasos, rechazos, abandono o circunstancia fuera de nuestro control, desgracias, fallecimientos, etc.
- Experiencias durante el embarazo, el embrión puede cifrar sentimiento de rechazo de sus padres, Tales que le pueden afectar durante toda su vida.
Pero Pedro lo negó frente a todos. —No sé de qué hablas —le dijo. Pedro juró: —¡Que me caiga una maldición si les miento! ¡No conozco al hombre! Inmediatamente, el gallo cantó. De repente, las palabras de Jesús pasaron rápidamente por la mente de Pedro: «Antes de que cante el gallo, negarás tres veces que me conoces». Y Pedro salió llorando amargamente. (Mateo 26:70)