¿Qué nos enseña la Biblia sobre la muerte?
Escrito por webmaster el 17 de enero de 2022
La Biblia presenta la muerte como una separación: la muerte física es la separación del alma del cuerpo, y la muerte espiritual es la separación del alma de Dios.
La muerte es el resultado del pecado. «Porque la paga del pecado es muerte,» Romanos 6:23a. Todo el mundo está sujeto a la muerte, porque todos han pecado. «Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron» (Romanos 5:12). En Génesis 2:17, el Señor advirtió a Adán que el castigo por la desobediencia sería la muerte — «ciertamente morirás». Cuando Adán desobedeció, él experimentó la muerte espiritual inmediata, que provocó que se escondiera «de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto» (Génesis 3:8). Más tarde, Adán experimentó la muerte física (Génesis 5:5).
En la cruz, Jesús también experimentó la muerte física (Mateo 27:50). La diferencia es que Adán murió porque era un pecador, y Jesús, que nunca había pecado, eligió morir como un sustituto por los pecadores (Hebreos 2:9). Jesús entonces demostró Su poder sobre la muerte y el pecado, levantándose de entre los muertos al tercer día (Mateo 28; Apocalipsis 1:18). Por causa de Cristo, la muerte es un enemigo derrotado. «¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?» (1 Corintios 15:55; Oseas 13:14).
Para los inconversos, la muerte pone fin a la posibilidad de aceptar la misericordiosa oferta de Dios de la salvación. «Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio» (Hebreos 9:27). Para los salvos, la muerte nos lleva a la presencia de Cristo: «estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor» (2 Corintios 5:8; Filipenses 1:23). Tan real es la promesa de la resurrección de los creyentes, que la muerte física de un cristiano es llamada «dormir» (1 Corintios 15:51; 1 Tesalonicenses 5:10). Esperamos ese momento cuando «no habrá muerte» (Apocalipsis 21:4).