Somos débiles

Escrito por el 26 de marzo de 2024

Marcos renuncia a su hábito de alternar historias y separa completamente la negación de Pedro y el juicio de Jesús, a pesar de que los dos eventos ocurren simultáneamente (Marcos 14:54). Juan contextualiza todo aún más. Juan conoce al sumo sacerdote, Caifás, o al sumo sacerdote emérito, Anás (o a ambos), por lo que sigue a los guardias hasta un patio más al fondo.

Algunos arqueólogos creen que han encontrado la casa de Caifás, la cual se asienta sobre una colina y tiene varios niveles. Aunque los Evangelios describen los movimientos de Pedro con diferentes palabras, la complejidad de la arquitectura no permite usar una descripción simple.

Pedro sigue a Juan, pero se queda fuera de la puerta. Cuando Juan se da cuenta de que Pedro no está con él, le dice a la sirvienta en la puerta que deje entrar a Pedro. La mujer obedece, pero reconoce a Pedro como uno de los seguidores de Jesús. Pedro niega su acusación y se une a los sirvientes y guardias junto al fuego (Juan 18:15–18). Cualquier tensión que pudiera haber con los otros evangelios aquí no invita a pensar en la contradicción; puede ser que la muchacha de la puerta no acuse a Pedro hasta que llega hasta donde está el fuego (Marcos 14:67).

Al estar solo, tal vez entre algunos de los siervos que arrestaron a Jesús, Pedro se resiste a identificarse con el hombre que ahora está siendo juzgado. En el camino al Monte de los Olivos, Pedro fue lo suficientemente descarado como para afirmar que incluso si todos los demás discípulos se apartaran, él nunca traicionaría a Jesús (Marcos 14:31). En el huerto de Getsemaní, sacó su espada para proteger a Jesús (Juan 18:10). Ahora tiene la opción de unirse a Juan para presenciar lo que le está sucediendo a Jesús, pero no puede, porque tiene mucho miedo.


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